Ya nos movemos entre dos fases. Nos cruzamos por las calles con media cara tapada y nos sigue costando no besar o abrazar  a los amigos. Toda cautela es poca y la responsabilidad sigue siendo imprescindible para no volver atrás. 

Nos pueden las ansias de retomar todo lo que dejamos a medias.Caminamos por la derecha en las calles, mantenemos la distancia social, nos lavamos una y otra vez las manos, se firman acuerdos para  reconstruir las ciudades. Urge volver a la normalidad.

Pero, ¿a qué normalidad? ¿a nuestra vida antes del Covid? ¿a las prisas?¿a esa vida que nos engullía sin pensar?

¿A qué vida queremos volver, cuando todo esto haya pasado?

En este último episodio de CUARENTENA nos hacemos preguntas. Supongo que las que nos han surgido una y mil veces sobre esta incertidumbre que nos rodea. Qué hemos aprendido durante el confinamiento y cómo nos gustaría que fuera el mundo cuando esto termine.

Preguntas que también analizamos desde la sociología y que nos harán reflexionar sobre esta crisis global y sus consecuencias.

Para ello he contado con la colaboración de

Adela Marcos, consultora de igualdad; Javier Castaño, fotógrafo; Isabel de Ocampo, directora de cine y Fernando Gil Villa, Catedrático de Sociología en la Universidad de Salamanca.

Y como este es el último episodio de CUARENTENA, permitidme personalizar la despedida. 
Como buena amante y escuchante de radio, ella me ha acompañado como lo hace siempre. Y es que la radio  ha resultado ser un medio esencial para no hundirse en la tristeza. Por eso, estáteniendo un papel muy importante durante el confinamiento a nivel psicológico. Los oyentes afirman sentir tristeza, miedo y angustia como emociones más intensas durante la crisis, pero la radio está ayudando a paliar estos sentimientos.Los oyentes se sienten más acompañados y, en consecuencia, la sensación de tristeza disminuye, según un estudio publicado recientemente.
Y en mi caso, también me ha servido. Cada mañana empezaba el día al ritmo que marcaba Carlos Alsina con su Diario de la Pandemia, en Onda Cero. Hemos sido legión los que, en medio de la cocina no solo cantábamos, sino que incluso nos echamos un bailecito con el que durante varias semanas fue nuestro himno contra el confinamiento. No estoy para dar conciertos en balcones, pero sí para despedirme de vosotros mirando con optimismo la vida que nos espera ahí fuera haciendo como que todo va a ir  bien.

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