Playas inmensas de arena blanca, mareas que van y vienen y un paisaje espectacular, próximo a la Costa de la Muerte, es lo que nos encontramos en esta parte del Concello de Carnota.


La ruta que os traigo hoy la hicimos el verano de 2021. Un entorno maravilloso que merece la pena recorrer tranquilamente y disfrutarlo al máximo haciendo honor al lema más comercial de la terra #GaliciaCalidade.
La subida al Monte Pindo (627m.) conviene hacerla con ciertas precauciones. Es un tramo largo de unos 14 kilómetros en los que no deben faltar agua, palos de trecking y un buen calzado, por supuesto. Aunque en distintos tramos de la subida nos adelantaron varios corredores de montaña, como quien va de paseo, conviene subir el monte con cierta dosis de paciencia y tranquilidad. Incluso también se puede comer en el camino, cosa que hicimos nosotros aunque ya de bajada.

El Monte Pindo es un lugar mágico y rodeado de leyendas que tienen que ver con tradiciones celtas, como esas maravillosas piedras verticales que te acompañan como si fueran tu sombra. Luego os cuento la historia.
El recorrido tiene vistas preciosas desde el principio ya que caminas junto al mar. A medida que coges altura conviene hacer pausas para respirar toda esa energía procedente del Atlántico y contemplar esa maravilla. La senda es estrecha en muchos tramos pero está marcada y no tiene pérdida. Es de una gran riqueza vegetal (más de 600 especies) y abundan los matorrales bajos, robles, pinos o laureles que, junto con la gran masa granítica del lugar, es un destino muy demandado por geólogos.

La magia del Monte Pindo tiene que ver con leyendas prehistóricas que nos hablan de tesoros, reinas, brujas, gigantes o monstruos y con el culto al sol que rendían los celtas gallegos en su cumbre. Según la tradición popular, en el monte descansan los restos de la Reina Lupa junto a un gran tesoro que ha sido objeto de búsqueda en numerosas ocasiones. En este lugar, sagrado para los celtas, las piedras de granito con formas de siluetas tiene que ver con tesoros increíbles y encantos de mouras o conjuros de meigas. Dicen que en este Olimpo celta se celebraban ceremonias, sacrificios y ritos de fecundidad. Y lo cierto es que merece la pena sentarse al borde del camino e imaginar toda esa serie de historias de este monte sagrado.


Llegar a la cima del Monte Pindo es un espectáculo. Impresiona, no solo la forma de las piedras en forma de muela-de ahí su nombre A Moa- sino las vistas de quitar el hipo que desde allí se contemplan. Puedes ver la playa de Carnota, el cabo de Finisterre y el de Corcubión. Las formas caprichosas de la superficie, a modo de pequeñas bañeras naturales excavadas en la roca, servían para hacer pequeños rituales, según la leyenda.







Aunque haga aire cuando estés arriba (que será lo más probable), tómate tu tiempo y respira. Contempla esa inmensidad hasta donde puedan ver tus ojos y piensa lo minúsculos que somos y lo poco que importamos entre ese espectáculo.
Después, ya puedes empezar a bajar.

Os dejo el resumen de la ruta que colgué en mi Instagram.