MONTE PINDO

Playas inmensas de arena blanca, mareas que van y vienen y un paisaje espectacular, próximo a la Costa de la Muerte, es lo que nos encontramos en esta parte del Concello de Carnota.

La ruta que os traigo hoy la hicimos el verano de 2021. Un entorno maravilloso que merece la pena recorrer tranquilamente y disfrutarlo al máximo haciendo honor al lema más comercial de la terra #GaliciaCalidade.

La subida al Monte Pindo (627m.) conviene hacerla con ciertas precauciones. Es un tramo largo de unos 14 kilómetros en los que no deben faltar agua, palos de trecking y un buen calzado, por supuesto. Aunque en distintos tramos de la subida nos adelantaron varios corredores de montaña, como quien va de paseo, conviene subir el monte con cierta dosis de paciencia y tranquilidad. Incluso también se puede comer en el camino, cosa que hicimos nosotros aunque ya de bajada.

Merendero al inicio del camino

El Monte Pindo es un lugar mágico y rodeado de leyendas que tienen que ver con tradiciones celtas, como esas maravillosas piedras verticales que te acompañan como si fueran tu sombra. Luego os cuento la historia.

El recorrido tiene vistas preciosas desde el principio ya que caminas junto al mar. A medida que coges altura conviene hacer pausas para respirar toda esa energía procedente del Atlántico y contemplar esa maravilla. La senda es estrecha en muchos tramos pero está marcada y no tiene pérdida. Es de una gran riqueza vegetal (más de 600 especies) y abundan los matorrales bajos, robles, pinos o laureles que, junto con la gran masa granítica del lugar, es un destino muy demandado por geólogos.

La magia del Monte Pindo tiene que ver con leyendas prehistóricas que nos hablan de tesoros, reinas, brujas, gigantes o monstruos y con el culto al sol que rendían los celtas gallegos en su cumbre. Según la tradición popular, en el monte descansan los restos de la Reina Lupa junto a un gran tesoro que ha sido objeto de búsqueda en numerosas ocasiones. En este lugar, sagrado para los celtas, las piedras de granito con formas de siluetas tiene que ver con tesoros increíbles y encantos de mouras o conjuros de meigas. Dicen que en este Olimpo celta se celebraban ceremonias, sacrificios y ritos de fecundidad. Y lo cierto es que merece la pena sentarse al borde del camino e imaginar toda esa serie de historias de este monte sagrado.

Llegar a la cima del Monte Pindo es un espectáculo. Impresiona, no solo la forma de las piedras en forma de muela-de ahí su nombre A Moa- sino las vistas de quitar el hipo que desde allí se contemplan. Puedes ver la playa de Carnota, el cabo de Finisterre y el de Corcubión. Las formas caprichosas de la superficie, a modo de pequeñas bañeras naturales excavadas en la roca, servían para hacer pequeños rituales, según la leyenda.

Bañeras en la cima del Monte Pindo

Aunque haga aire cuando estés arriba (que será lo más probable), tómate tu tiempo y respira. Contempla esa inmensidad hasta donde puedan ver tus ojos y piensa lo minúsculos que somos y lo poco que importamos entre ese espectáculo.

Después, ya puedes empezar a bajar.

Track de la ruta en Wikiloc

Os dejo el resumen de la ruta que colgué en mi Instagram.

DEHESA DE CANDELARIO- REFUGIO DE HOYA CUEVAS

Hicimos esta ruta casi dos décadas atrás con un grupo numeroso de adultos y niños. El recuerdo que guardaba del lugar era mágico: un campo de narcisos en medio de la hierba verde entre el río y la nieve de las alturas. Aunque lo que encontramos no fue igual, es una ruta que no defrauda.

Desde el refugio de Hoya Cuevas

Iniciar el camino después de pasar por Candelario ya merece la pena. Dejamos el coche en la Dehesa después de haber recorrido unos kilómetros por un camino de tierra entre castaños, robles, pinos y algo de ganado que permanece tranquilo a nuestro paso.

Emprendemos la subida por la pista de tierra que rápidamente tiene su desviación a mano derecha. En realidad hay varias desviaciones alternativas y cada cual puede elegir la que quiera. Nosotros optamos por ir a la aventura unos 100 metros, que se hicieron eternos, hasta que retomamos el sendero marcado.

Nuestra idea era llegar hasta el nacimiento del río Cuerpo de Hombre, situado a 2.000 metros de altura, pero al final nos quedamos unos metros antes, concretamente en el Refugio de Hoya Cuevas.

Encontramos algunos tramos con nieve de los últimos días y el terrenos estaba, además, bastante encharcado por las lluvias recientes. Aunque, como dije antes, hay desviaciones indicadas con hitos, nosotros decidimos atrochar por una ladera sin senda marcada entre piornales y retamas. Una subida de tan solo 100 metros que se nos hicieron eternos y solo por ahorrarnos un kilómetro .

Abandonamos la improvisación para retomar el camino trazado. Un sendero marcado por hitos, como toda la ruta, que nos va llevando poco a poco hasta el encuentro con el río Cuerpo de Hombre. No luce el sol, incluso la niebla hace acto de presencia a medida que vamos tomando altura. Conviene parar de vez en cuando, no solo para tomar aire, sino para contemplar la Sierra de Béjar con unas vistas espectaculares. De fondo, el ruido de las aguas que bajan con fuerza nos hace pensar que estamos cada vez más cerca de nuestro objetivo. Apenas podemos levantar los ojos del suelo porque está prácticamente inundado de agua y son pocos los tramos secos.

Llegamos hasta la explanada en la que hacemos una parada de más tiempo, el sitio lo requiere. Son los meandros del río que corre espectacular y la primera imagen que nos viene a la cabeza es la de un baño allí mismo en pleno verano.

Río Cuerpo de Hombre

Decidimos no subir hasta el nacimiento del río y quedarnos a comer en el Refugio de Hoya Cuevas, unos metros más arriba. Y así es, lo que ocurre es que el estado del refugio es bastante lamentable y no invita precisamente a comer dentro. La solución la encontramos justo al lado, en unas grandes planchas de granito que utilizamos a modo de mesa. Nos abrigamos bien y comemos.

Poco después iniciamos el descenso por la ruta marcada. A pesar de un par de resbalones con el hielo que me llevé de propina, el camino de vuelta es precioso porque, además de llevar el curso del río a tu lado, las vistas son todo un espectáculo.

Ya sabéis que suelo dejar el track de la ruta en WIKILOC. Te propongo que te suscribas a mi cuenta para ver esta y otras rutas, ¿te apetece?

Track de la ruta

Terminamos la ruta y optamos por hacer una parada en Candelario, como no. Tomar un café al sol fue la recompensa perfecta al esfuerzo, y no solo el café sino la conversación con los nuevos propietarios de El Portón, un clásico del pueblo que ahora es regentado por una pareja encantadora.

Pongo el broche final con el vídeo resumen que subo a mi Instagram.

¡Hasta la próxima!

PASO LOS LOBOS-MESA DEL FRANCÉS- PUERTO DE MONSAGRO-LOS PUERTITOS

Había llovido a lo grande el día antes y no teníamos mucha fe en poder realizar esta ruta, pero todo jugó a nuestro favor y la disfrutamos como se merecía.

La ruta no es larga puesto que tiene un trazado de 7,4 kilómetros, pero el terreno la dificulta y la convierte en no apta para todos los públicos. Decidimos este recorrido porque coincidía con la celebración de la quinta edición de la Carrera de los Tres Valles, y esperábamos ver a parte de los corredores a la altura de la Mesa del Francés, algo que ya hicimos tres años antes.

Iniciamos el camino en el Mirador Paso de los Lobos, en la carretera de ascenso a la Peña de Francia, donde coincidimos con gente de la organización de la carrera. Emprendimos la ruta cuesta arriba sorteando como pudimos los riachuelos formados tras la lluvia. Tierra y piedras que a veces obligaban a no perder de vista el suelo, algo complicado porque el paisaje que tienes delante de tus ojos es un espectáculo. La Sierra de Francia y la de Béjar, al fondo; el Valle de las Batuecas bajo tus pies, el embalse de Gabriel y Galán a lo lejos. No podemos pedir más.

Una vez que llegamos a una pequeña torre construida con piedras y que hace las veces de hito, seguimos de frente hasta llegar a a la Mesa del Francés. Se trata de una plataforma llana de granito y muy amplia desde la que se divisa la Sierra de Francia en todo su esplendor. Conviene hacer una parada y divisar el paisaje.

Allí coincidimos con Imanol y Alex, dos de los organizadores de la Tres Valles que esperaban a que llegaran los últimos corredores. Aprovechamos para charlar con ellos y nos contaron su malestar sobre las dificultades de celebrar un evento de este tipo. Y es que , al parecer, la falta de apoyos económicos y de otro tipo ponen en riesgo próximas ediciones. La Tres Valles (os recomiendo que entréis en su web) es una carrera internacional en la que este año han participado corredores de ocho países y, según algunos participantes, es de las mejores carreras en todos los sentidos, tanto deportivo como organizativo. Por eso, sería una lástima que dejara de celebrarse, con todo lo que supone desde el punto de vista de promoción turística de una zona como la Sierra de Francia.

Abandonamos la Mesa del Francés rumbo al Puerto de Monsagro. Toca descender entre brezos y matojos espesos y conviene hacerlo con cuidado porque el terreno es pedregoso y, además, está empapado.

Decidimos desviarnos a la izquierda en el camino que sale rumbo a Los Puertitos donde previsiblemente comeremos. Es una senda sencilla y agradable- a pesar de ser un riachuelo por las lluvias- hasta el punto de sentir, en varios tramos del recorrido, unas corrientes calientes que suavizan el aire frío del día. Desconocemos el origen de las mismas y más tarde nos arrepentiríamos de no haber parado allí a comer.

Camino hacia Los Puertitos

El tramo final parte de Los Puertitos y llega de nuevo hasta el Paso Los Lobos. Lo hacemos después de comer y, aunque no es el mejor momento, a la larga se agradece el ejercicio. Es un tramo bastante pedregoso y cuesta arriba con algunos momentos en los que cruzas por pedreras por lo que conviene no perder de vista el suelo. A nuestra derecha impresionante, el Valle del Lera.

Poco antes de llegar al aparcamiento donde dejamos el coche aparece una senda de pinos jóvenes que nos acompañarán hasta el final.

Valle del Lera

Os dejo la ruta de WIKILOC por si os decidís a hacerla, que espero que sí.

Track de la ruta en Wikiloc

Y como siempre, aquí tenéis el vídeo resumen que subí a mi Instagram:

¡Hasta la próxima!

VILLARES DE YELTES

Campo charro en estado puro. Así es esta parte de la provincia salmantina de la comarca de Vitigudino en la que las encinas acompañan el recorrido junto al río Yeltes.

Esta ruta es circular y generosa en kilómetros pero fácil y apta para toda la familia. Salimos de Villares de Yeltes después de haber aparcado junto al cementerio. Iniciamos la ruta sin mayor dificultad que seguir el camino marcado, el de Pedro Álvaro, un pueblo semi abandonado que veremos más adelante. A pesar del frío, luce el sol y se agradece. Hay momentos en los que decidimos apartarnos del trazado para acercarnos al río donde la luz del día y sus nubes nos ofrecen un espectáculo maravilloso.

De las cosas que más se agradecen cuando vas de ruta es el silencio. Escuchar tan solo los animales del camino, sobre todo los pájaros y alguna rana que salta en la orilla del río, es un placer absoluto. Esta es una ruta poco visitada y no es fácil que coincidas con más senderistas. Permitidme el egoísmo en este caso.

Llegamos a Pedro Álvaro y divisamos a lo lejos dos personas quitando malas hierbas del camino. Me acerco a ellas y les saludamos. Iniciamos una conversación de lo más agradable sobre el pueblo, sus escasos habitantes o las construcciones típicas de la zona. Son Charo y su hijo , cuyo nombre no recuerdo, propietarios de la casa rural El Charro del Yeltes , una de las dos que hay en el lugar, que se deshacen en amabilidad con nosotros y terminan enseñándonos la casa. Lo que, en principio fue una simple pregunta sobre un lugar donde comer en Villavieja de Yeltes, se convirtió en un encuentro de media hora que hizo de la parada un buen recuerdo.

Partimos hacia Villavieja de Yeltes con el objetivo de comer en los dos bares que hay en la plaza del pueblo. Son tres kilómetros por un camino de tierra denominado la cuesta del reventón que, a pesar de ese nombre, no es para tanto. Un tramo que se hace más agradable con el encuentro de una yegua recién parida que , incluso, tiene la placenta colgando.

La yegua con su potrillo

Llegamos al pueblo en busca de los bares recomendados por Charo y comeremos de pinchos. Lo hacemos justo antes de la salida de misa lo que nos evita el mogollón de la hora del vermú y podemos comer tranquilamente a pie de plaza.

La iglesia de San Pedro ad Víncula, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica rural de esta zona. La torre es del s. XV y estilo hispano-flamenco, y en ella se encuentra la puerta de acceso a la iglesia, con una bóveda de medio cañón.

Desde la Plaza Mayor salen distintas calles por las que pasear y conocer el pueblo. De salida tomamos la calle que nos lleva a la ermita de Nuestra Señora de los Caballeros, patrona de Villavieja, y que cuenta a su alrededor con varias cruces de piedra que forman parte de un víacrucis.

Desde aquí iniciamos el regreso a Villares de Yeltes, un recorrido sencillo y agradable con paradas oportunas para saludar convenientemente al ganado que nos encontramos por el camino.

Vacas posando

Os enlazo la ruta de WIKILOC por si os resulta de interés. Pincha la foto.

Track de la ruta

Cualquier momento es bueno para hacer esta ruta al margen del tiempo. ¡Aprovechad!

LAGO OESCHINENSEE

Creo que es el lugar más espectacular en el que he estado hasta ahora.

Lago Oeschinensee

El lago Oeschinensee, en los Alpes suizos, con ese color turquesa tan intenso, se nutre de los glaciares que le rodean a 3.000 metros. Este lugar, que muchos suizos visitan como una excursión de domingo al uso, es uno de los rincones más espectaculares y atractivos para el turismo que llega desde cualquier rincón del mundo.

El acceso hasta el lago es muy sencillo. Aunque hay varias maneras de llegar, nosotros optamos por coger un teleférico en la estación de Kandersteg  y luego caminar el resto del trayecto hasta el lago, total unos 30 minutos por una pista en muy buen estado.

El teleférico de la estación de Kandersteg

El camino hasta llegar al lago es sencillo y merece la pena disfrutarlo observando la frondosidad de sus bosques de pinos.

Distintas rutas para llegar al lago

Una vez que, llegado al lago, consigues cerrar la boca del impacto visual que supone, respiras…sonríes…y sientes un privilegio absoluto por estar allí contemplando esa maravilla.

Como nuestro objetivo era hacer alguna ruta alrededor del lago, emprendimos la marcha o más bien, la subida. Hay tramos más costosos que otros pero merece la pena el sacrificio y el cansancio por poder descubrir algunos de los rincones maravillosos que encuentras a tu paso. Miradores en los que hacer “la foto”, bancos situados con unas vistas de quitar el hipo, fuentes, cascadas o, incluso, algún rebaño de ovejas o vacas poniéndose las botas con esa hierba que parecía una alfombra.

La ruta continúa a lo largo de unos 12 kilómetros hasta llegar a la orilla del lago donde puedes y debes parar en un bar y tomar un refrigerio que se agradece y de qué manera.

Reponiendo fuerzas

Si vas en verano y con buenas temperaturas, lo suyo es finalizar la visita al lago con un baño en condiciones. Aunque la mayoría de la gente no lo hace o prefiere alquilar un kayak, decidí que ahora o nunca, así que quise probar los 10 grados que tendría el agua en aquel momento para no arrepentirme después.

Os dejo el enlace de la ruta en WIKILOC , que nunca está de más.

Track de la ruta por el lago

Pero dejadme que, antes de terminar, os recomiende una actividad muy divertida y sin peligro aunque, a priori, pudiera parecer lo contrario. Se trata del rodelbahn o trineo de verano que hay poco antes de coger el teleférico y que merecen la pena por las vistas del paisaje y por el rato de diversión. Las imágenes no son las mejores y he mezclado las de los dos toboganes, pero creo que merece la pena verlo.

LAS MÉDULAS

Me da la sensación que la mejor época para visitar Las Médulas, en el Bierzo leonés, es en otoño. Los ocres, amarillentos y marrones en todas sus gamas deben formar un espectáculo inigualable, a juzgar por los castaños centenarios que inundan este paraje. No fue mi caso, ya que decidimos conocerlas en el mes de enero, pero tampoco nos decepcionó.

Recorrer Las Médulas supone hacer un ejercicio de imaginación y visualizar la época en la que se encontraban a pleno rendimiento. Hablamos de hace más de 2.000 años, cuando los romanos explotaron el oro que había en estas montañas, convirtiéndolas en unas minas extraordinarias que hoy son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (2002), además de Bien de Interés Cultural por su interés arqueológico (1996) y Monumento Natural.

Está considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio Romano y sus encrespadas montañas son el resultado de un laborioso trabajo de ingeniería perfectamente explicado con paneles en el Mirador de Orellán, el punto más alto y desde el que se hacen las fotos más típicas de Las Médulas.

Desde el Mirador de Las Pedrices

El sistema de extracción del oro se denominaba Ruina Montium y consistía en canalizar el agua de los riachuelos de la montaña a través de una red de galerías sin salida que se construían dentro de las montañas. Se soltaba el agua a través de ellas y literalmente explotaban, surgiendo así esas formas tan caprichosas y espectaculares. Eso era lo que facilitaba después la recogida del polvo de oro, trabajo que se desarrolló durante al menos 200 años.

Recorrer Las Médulas es tarea fácil y todo depende del tiempo y las ganas que tengas. Puedes elegir varias rutas: una circular de kilómetro y medio que parte del Centro de Recepción de Visitantes, en el pueblo de Las Médulas, otra también circular de 3 kilómetros por la denominada Senda de las Valiñas , la Senda Perimetral de 10.7 kilómetros, la Senda de Reirigos– la más exigente- la de los Conventos o la del Lago Sumido.

Optamos por hacer parte de la Senda Perimetral, que dejamos reducida a la mitad por falta de tiempo.

Uno de los puntos de obligada visita es La Cuevona que forma parte de la antigua red de túneles y galerías de la explotación minera y que en ese momento se encontraba cerrada al público.

Pero si hay algo que verás a lo largo de todo el recorrido son unos espectaculares castaños centenarios con formas que solo el paso del tiempo ha ido creando.

Para finalizar nuestro recorrido decidimos ir en coche hasta Orellán para tener las vistas más espectaculares de Las Médulas, las más famosas, vaya. Una vez que dejamos el coche en el aparcamiento, recorremos 600 metros, inclinados, eso sí, hasta llegar al Mirador de Las Pedrices para, a través de paneles, leer con atención lo que supuso la construcción de las galerías, túneles y pozos para extraer el oro. También se puede optar por visitar la Galería de Orellán, sacando la correspondiente entrada y alargar un poco más la visita.

La Galería de Orellán desde el Mirador de Las Pedrices

Si algún día te animas a recorrer Las Médulas, es mejor que elijas tú la ruta que mejor se adapte al momento porque no resulta fácil recomendar una sobre otras.

Esta es la ruta en WIKILOC por si quieres echar un vistazo:

Y ahora, te dejo con el vídeo resumen que subí a mi Instagram.

Gracias por estar aquí de nuevo.

LOS SECRETOS DE TONDA

No tenía grandes esperanzas en esta ruta, en parte por lo improvisada (algo absurdo, la verdad) y también por lo desconocida (peor aún). Gran error. Confieso que me sorprendió gratamente y la recomendaré siempre.

A media hora de Salamanca, y al poco de pasar Guijuelo, se encuentra la Sierra de Tonda, con una ruta de trazado circular de 11 kilómetros y escasa dificultad, perfecta para realizar en familia. Su nombre, Los Secretos de Tonda.

Entrada a la Sierra de Tonda

La ruta es sencilla y transcurre por caminos sin grandes desniveles en los que los robles primero y las encinas después acompañan nuestro paso. Realizamos esta ruta a finales de febrero y con los árboles pelados que, aunque también tiene su encanto, invita más a realizarla en otoño o primavera.

Imagino que estaréis pensando a qué viene el título de este post, sencillo. La ruta ha sido diseñada para ir descubriendo distintos “secretos” que se encuentran a lo largo de su recorrido: seis en total. Una manera sencilla de otorgar cierto misterio e interés por ir descubriéndolos a medida que avanzamos.

El primero que vemos nada más iniciar el camino es el “Secreto del Mirador”, una delicia que nos lleva a parar y contemplar el paisaje que tenemos frente a nosotros con la Sierra de Béjar, Quilamas, la Peña de Francia o parte de la Sierra de Gredos.

A lo largo de la ruta veremos abrevaderos, charcas y fuentes. Las pocas lluvias de este año las mantienen con poca agua y, en algunos casos, ninguna. Llegamos al “Secreto de la Fuente”, una construcción realizada en granito del terreno y que está rodeada de asientos a ambos lados, incluso de mesas con bancos corridos para meriendas ocasionales.

Como dije antes, el agua es protagonista en la Sierra de Tonda y, las charcas que sirven para dar de beber a los animales del entorno, las encuentras en varias localizaciones. De ahí que el “Secreto de la Charca” nos permita hacer un receso para sentarnos en su orilla y tomar un respiro. Estas charcas sirven no solo a ganado ovino y vacuno, sino a los jabalíes de la zona que dejan su huella de manera muy visible en el recorrido y, por supuesto, a la orilla de las charcas. Comprobarás también las distintas especies de anfibios, peces e invertebrados que viven en ese hábitat.

El camino no aburre en absoluto porque, además de ligeros desniveles, cambia el entorno con cierta frecuencia. De ahí que, además de caminar por un simple camino de tierra, nos adentremos a veces entre encinas, carrascos y escobas. Y así es como descubrimos el “Secreto de la Virgen”. Se trata de un pequeño altar con una pequeña escultura de la Virgen de la Asunción, patrona de Guijuelo.

La Sierra de Tonda cuenta también con distintas construcciones que en su día sirvieron como refugio para personas y animales. Cabañas, chozas y casetas que se encuentran abandonadas aunque con cierto encanto. Es el caso del “Secreto del Refugio”, una cabaña que sirvió de guarida a los pastores y que debió contar con otra construcción a su lado para dar cobijo a los animales, a juzgar por las paredes derruidas que se ven.

Casi finalizando la ruta, vamos al encuentro del trabajo que la erosión del tiempo y el clima ha hecho sobre las piedras graníticas de la zona, para divisar a lo lejos el “Secreto de la Tortuga”. Se trata de la tortuga de Santiago, un claro ejemplo de lo caprichosa que puede ser la naturaleza para dotar de formas extraordinarias un materia tan duro como el granito. Una curiosidad: aunque la tortuga se distingue perfectamente cuando la miras de frente, prueba a verla desde el lateral y comprobarás que la tortuga desaparece.

Aunque estos son todos los secretos de la Sierra de Tonda, hay otros espacios que merecen la pena una reseña. Por ejemplo, el banco escultura “Abrazados a Tonda”, una escultura de Elisa Merino que formó parte del proyecto de Voluntariado Juvenil que se realizó en toda la sierra y que incluye flora y fauna propias del lugar.

Y ya por último, si estáis en Salamanca y os apetece ir de ruta pero no tenéis claro dónde, os recomiendo Los Secretos de Tonda. ¡No os decepcionará!

Ahora sí, os dejo como siempre con el vídeo resumen que colgué en mi Instagram.

PEÑA CANALETA

Reconozco que hicimos esta ruta sin saber el nombre y guiándonos solamente por mi hermano, cuya pasión por su pueblo, que es el mío, le hace poner nombres según su criterio y de manera totalmente subjetiva.

Pero no seré yo quien le quite la ilusión.

Por eso emprendimos la marcha convencidos de llegar al Machu Pichu mogarreño, ¡nada menos! Pero, en realidad, esta ruta no existe ni está señalizada y cualquier parecido con la ciudad sagrada inca, será pura coincidencia.

Cabaña construida en lo alto de la Peña Canaleta

Salimos desde el Camino de las Eras, en Mogarraz, un trazado repleto de hojas de roble propio de la época. Las colmenas es otro de los atractivos de este recorrido, de hecho se pueden ver varios carteles donde nos avisan-con gran sentido del humor por parte de su dueño- que “las colmenas están dotadas con sistema de aviso GPS y vídeo cámara de vigilancia”, para evitar su robo. Por cierto, colmenas que producen una miel riquísima de la que hemos dado buena cuenta en algunas celebraciones como la de San Blas, pero eso lo contaré en otra ocasión.

Sendero repleto de hojas de roble

La ruta es corta con una duración total de 6,3 kilómetros y, aunque algo empinada, es perfecta para realizar en familia. Lo que más sorprende al llegar arriba es la cabaña redonda de piedra y tejado de escobas- de reciente construcción-cuyo interior está vacío pero desde el que se divisa la Peña de Francia a través de la única ventana que hay.

Incluso lo mejor es llevar el bocata para comer allí. Las vistas son maravillosas porque puedes divisar toda la Sierra de Francia mientras degustas el almuerzo sentado en cualquiera de las piedras enormes de granito que hay en el lugar o en una mesa construida para la ocasión que hace las veces de merendero.

Vistas desde el interior de la cabaña con la Peña de Francia al fondo

Como siempre, os dejo el vídeo resumen que colgué en mi Instagram.

ARGUSINO, LA VIDA INUNDADA

Argusino, en la comarca zamorana de Sayago, quedó sepultado bajo las aguas de la presa de Almendra en septiembre de 1967.  Sus 487 habitantes, que tuvieron que abandonar sus casas, fueron indemnizados con 30.000 pesetas, a cambio de iniciar una nueva vida donde buenamente pudieron. 

Desde entonces, cuando las aguas del pantano descienden se pueden ver restos del pueblo, como el cementerio donde todavía permanecen los cuerpos de los vecinos que reposaban allí en el momento de la inundación. 

La Asociación Argusino Vive , creada por hijos y nietos de los desplazados, reclaman desde su creación justicia para sus antepasados y poder rescatar los cuerpos del cementerio para depositarlos en la Ermita de Argusino, construída en 1972, y poder honrarlos como merecen.

Caminar por esas arenas donde hace 54 años había tanta vida te produce una sensación extraña, una mezcla de tristeza e injusticia. Pero nada es comparable con la de sus vecinos, cuyos recuerdos fueron arrancados y sepultados bajo las aguas.

CUEVA DE LA MORA

La Cueva de la Mora situada en la Sierra Quilama, Salamanca, es un paraje misterioso y lleno de encanto con una historia detrás que la hace más atractiva y que tiene como protagonista a la reina Quilama y su enamorado, el rey godo Don Rodrigo. Cuenta la leyenda que ambos se cobijaron en la cueva huyendo de la invasión musulmana que había comenzado en la península en el año 711. Aunque su primer escondite fue en algún lugar de la Sierra de Francia, distintos pasadizos y cuevas les hicieron llegar a la denominada hoy Cueva de la Mora.

La ruta parte de Navarredonda de la Rinconada, pueblo natal de mi padre, por cierto. Matorrales y escobas adornan el camino hasta llegar a las Fuentes, un espacio que se agradece para hacer una pausa y en la que puedes (y debes) echar un trago de agua fresca. Caminamos por pistas de tierra y caminos repletos de hojas de roble a lo largo de unos 4 kilómetros de subida.

El último tramo merece una pausa, no solo para coger aire después del esfuerzo , sino para disfrutar de las vistas de toda la sierra y sus pueblos desde lo más alto (1.434m.)

Desde ese punto iniciamos el descenso a la cueva. Es un tramo difícil y algo peligroso, sobre todo si no tienes cierta experiencia. La bajada es a través de una pedrera de granito entre matorrales y piedras de distinto tamaño que requieren paso firme y lento para asegurar bien el pie. Una vez allí puedes trepar hasta la cueva, con algo de cuidado, o simplemente quedarte a comer a sus pies contemplando la enormidad de la zona de Entresierras.

Cueva de la Mora

Os dejo el vídeo resumen de la ruta que, como siempre, cuelgo en mi Instagram.

Gracias por estar ahí.