No escribe novelas para que tengan éxito, sino para que le gusten a una persona, en singular. Los protagonistas de sus novelas existen realmente, incluso sin necesidad de cambiarles el nombre. Confiesa que escribe para ahorrar en psiquiatras porque lo hace con cierto anhelo y traslada al papel lo que le hubiera gustado vivir en otros momentos. “Venimos cargados de errores y debemos saber qué hacer con ellos”.


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