Escuchar y aprender van unidos cuando tienes la ocasión de charlar con Ramón Lobo. Su trayectoria como corresponsal en decenas de conflictos a lo largo del mundo, le dan la autoridad necesaria para reflexionar sobre fronteras, mujeres sabias, compañeros solitarios, el miedo de no saber contar cosas o las facturas que ha pagado por esa pasión que repetiría si volviera a nacer.

Aunque convive con la soledad y se lleva bien con ella, este doble de Hemingway apela a las emociones, a que nos dejemos llevar y verbalicemos lo que sentimos. Que digamos te quiero más a menudo y que nos abracemos. Que disfrutemos de lo mucho que tenemos, de esas pequeñas cosas… Todo eso que él ha aprendido a valorar estando al lado de la nada más absoluta, de aquellos que te cantan y sonríen rodeados de miseria.

Ramón Lobo es optimista con la profesión, y aunque las circunstancias son las que son, hay motivos para seguir apostando por un periodismo independiente, sin perder la autocrítica. “Internet debe ser una oportunidad para cambiar el periodismo”, y apela al aprendizaje para trabajar en red, para hacer cadena y apostar todos juntos por dignificar el oficio.
Alberto Prieto, Ramón Lobo y Elena Martín Alberto Prieto
Ramón Lobo presentó su novela “El día que murió Kapuscinski” de la mano de la Asociación Salmantina de Periodistas y la librería Letras Corsarias.
Foto de portada: Letras Corsarias