Celebramos el Día de la Madre y del Trabajo con una ruta sencilla en un día espléndido con sol y buena temperatura. Elegimos Villar de Corneja, una pequeña localidad de la provincia de Ávila y perteneciente al partido judicial de Piedrahíta, que tiene un precioso paseo junto al río.

Dejamos el coche a la entrada del pueblo, en la Plaza de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado, inaugurada en 2016 y cuya placa podemos leer en un monolito. Un vecino del pueblo con el que nos cruzamos, Félix Hernández, nos recomienda entusiasmado la ruta que vamos a hacer y nos asegura que veremos un puente romano, molinos, norias y una presa. Allá vamos.



El camino es de tierra, muy sencillo y transcurre entre encinas y carrascos. Una vez que llevas unos cuantos metros, veremos una bifurcación. Elegimos el camino de la derecha. Así llegamos hasta el primer molino. Varias construcciones ocupan el terreno que en su día llevó a cabo labores molineras, pero es una lástima que se encuentre abandonado, como todos los que después vimos a lo largo del camino.En una de las casas vemos una placa con una inscripción: “Aquí nació y vivió Cristina Martín Hernández, molinera de la máquina de fuego. Su pensamiento nunca se fue de este lugar y ahora su alma le acompaña desde el 25-12-2020. Siempre la recordaremos con amor y admiración. Y nuestras manos volverán a encontrarse”



Solemos hacer rutas tranquilas y no demasiado saturadas de gente, pero para sorpresa nuestra y como anécdota, os diré que en este molino me encontré con El Gran Wyoming y Arturo Vals que estaban en la zona intentando desconectar de su día a día. Lástima que se cruzaran conmigo- que procuro hablar con todo aquel que se cruza en el camino- y quisiera someterles a un tercer grado… De momento, os dejo con el testimonio gráfico.


El río Corneja está precioso y es una gozada caminar a su lado. Baja con buena corriente y sobre la superficie afloran ranúnculos de agua que veremos en todo el trayecto. Son esas florecillas blancas que inundan la superficie y son todo un espectáculo.



Llevamos algo más de cuatro kilómetros y buscamos una sombra para comer a gusto. Lo hacemos bajo unos álamos y chopos mirando el río y sentados en un muro de granito. Se trata de una noria. Estamos rodeados de estas construcciones y, solo a simple vista, contamos cinco. Son cilíndricas y a ellas se accede por una cuesta por la que subía la mula o el burro para hacer su trabajo dando vueltas y servir de riego a las huertas que estaban en la zona, hoy ya abandonadas.


Tras reponer fuerzas, iniciamos el regreso. Ponemos rumbo al Hocino, otro punto de interés en la ruta. No tiene pérdida porque está señalizado con hitos. El Hocino es un lugar curioso donde el río desaparece bajo las piedras a lo largo de unos cien metros. La causa de esta formación geológica puede deberse a un terremoto ocurrido hace unos millones de años que pudo haber provocado el desprendimiento de rocas que se habrían depositado en el fondo del valle, dejando huecos a través de los que se colaría el río, según leemos en el cartel colocado por el Club Berrocaminos.



Nuestro último objetivo es el Puente Romano conocido como el Puente de la Fonseca. El río baja con fuerza y es un gusto para la vista y el oído. Dicen que por este puente pasó, en su camino al Monasterio de Yuste, el rey Carlos V. Su estructura es tan simple como resistente ya que se apoya sobre una gran piedra de granito en forma de bola.


Y tras la visita al puente, toca regresar a por el coche. Os dejo el track de Wikiloc por si os interesa y si queréis suscribiros a mi perfil.

Y desde hoy tendrás las rutas también en formato podcast. Aquí podrás escuchar el primer episodio:
Os dejo como siempre con el vídeo que subo a mi Instagram:
¡Hasta la próxima!
Que no te suene a vacío por repetido: me encanta la forma en que cuentas y describes y con ese gusto compite la belleza de las imágenes. Enhorabuena y gracias.
Emilio de Miguel Martínez
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