Fue mi primera vez en un glaciar y creedme si os digo que me fui con un sentimiento confuso, una mezcla de asombro e impotencia.

Mer de Glace

El paseo hasta la Mer de Glace (Mar de Hielo) es una delicia. Un tren cremallera rojo y antiguo nos lleva entre bosques, viaductos y túneles en un recorrido maravilloso de unos 5 kilómetros desde Chamonix hasta Montenvers, un enclave situado a 1.913 metros de altitud desde el que divisar un paisaje grandioso.

El paisaje que vemos nada más bajar del tren ya te deja boquiabierto. Esta lengua de hielo tiene un desnivel de 2500 metros, y un espesor de entre 200 y 400 metros. Es el glaciar más grande de Francia y el tercero de los Alpes con 7 km de longitud y 40 km de extensión. Pero el inmenso surco que recorre el glaciar como consecuencia del deshielo te paraliza y te hace reflexionar al instante. Desde la estación, un teleférico nos bajará unos cuantos metros hasta iniciar otro descenso a través de 580 escalones. Así que lo mejor es armarse de paciencia porque lo que se baja, después se sube. Permitidme aquí una opinión sobre las formas de hacer ese recorrido por la estructura de pasarelas y escaleras. No es un trayecto apto para todos los públicos. De entrada para las personas con vértigo y, después, para niños demasiado pequeños y perros. Aquel día vi de todo: mujeres con tacones, perros en brazos de sus dueños y niños a hombros de sus padres. Después, cada uno es libre de hacer lo que quiera.

A medida que bajamos, se pueden ver distintos carteles que indican los metros que ha ido ganando el deshielo en los dos últimos siglos. Y es que el glaciar ha perdido un promedio de 3 y 4 metros cada año desde mediados del siglo XIX y la velocidad se va incrementando año tras año. Solo pensar que en 1850 la lengua del glaciar tenía 2 kilómetros más que ahora y era visible incluso desde Chamonix, se nos ponen los pelos de punta.

Nuestro objetivo, una vez que llegamos abajo, es ver la Grotte de la Mer de Glace o Cueva de Hielo. Un espacio que se va modificando año tras año a medida que el deshielo hace de las suyas.

El recorrido por el interior de la cueva no deja de ser curioso. Además de ver cómo se ha ido excavando el hielo para dar forma al trayecto, se pueden observar diferentes objetos esculpidos en el mismo hielo como una barra de bar, un oso de gran tamaño, una especie de trono, ventanas en las que hacerse alguna foto o una chimenea.

Una vez hecho el recorrido toca volver por el mismo camino, es decir, subiendo los 580 escalones y coger de nuevo el pequeño teleférico que nos devolverá a la estación de Montenvers.

Os espero en la siguiente ruta.¡Gracias por estar ahí!

1 comentario

  1. Si en dos siglos ha perdido dos kilómetros de profundidad, esto parece indicar que el cambio climático ha empezado mucho antes de los que imaginamos o podemos creer, y parece que no tiene freno el deshielo del los glaciares. En fin, disfrutemos de lo que tenemos, mientras lo tengamos.

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