Creo que es el lugar más espectacular en el que he estado hasta ahora.

El lago Oeschinensee, en los Alpes suizos, con ese color turquesa tan intenso, se nutre de los glaciares que le rodean a 3.000 metros. Este lugar, que muchos suizos visitan como una excursión de domingo al uso, es uno de los rincones más espectaculares y atractivos para el turismo que llega desde cualquier rincón del mundo.
El acceso hasta el lago es muy sencillo. Aunque hay varias maneras de llegar, nosotros optamos por coger un teleférico en la estación de Kandersteg y luego caminar el resto del trayecto hasta el lago, total unos 30 minutos por una pista en muy buen estado.

El camino hasta llegar al lago es sencillo y merece la pena disfrutarlo observando la frondosidad de sus bosques de pinos.

Una vez que, llegado al lago, consigues cerrar la boca del impacto visual que supone, respiras…sonríes…y sientes un privilegio absoluto por estar allí contemplando esa maravilla.

Como nuestro objetivo era hacer alguna ruta alrededor del lago, emprendimos la marcha o más bien, la subida. Hay tramos más costosos que otros pero merece la pena el sacrificio y el cansancio por poder descubrir algunos de los rincones maravillosos que encuentras a tu paso. Miradores en los que hacer “la foto”, bancos situados con unas vistas de quitar el hipo, fuentes, cascadas o, incluso, algún rebaño de ovejas o vacas poniéndose las botas con esa hierba que parecía una alfombra.



La ruta continúa a lo largo de unos 12 kilómetros hasta llegar a la orilla del lago donde puedes y debes parar en un bar y tomar un refrigerio que se agradece y de qué manera.

Si vas en verano y con buenas temperaturas, lo suyo es finalizar la visita al lago con un baño en condiciones. Aunque la mayoría de la gente no lo hace o prefiere alquilar un kayak, decidí que ahora o nunca, así que quise probar los 10 grados que tendría el agua en aquel momento para no arrepentirme después.






Os dejo el enlace de la ruta en WIKILOC , que nunca está de más.

Pero dejadme que, antes de terminar, os recomiende una actividad muy divertida y sin peligro aunque, a priori, pudiera parecer lo contrario. Se trata del rodelbahn o trineo de verano que hay poco antes de coger el teleférico y que merecen la pena por las vistas del paisaje y por el rato de diversión. Las imágenes no son las mejores y he mezclado las de los dos toboganes, pero creo que merece la pena verlo.