La ruta de los cinco lagos de Zermatt es un clásico de los Alpes suizos, un trazado circular y asumible para la mayoría de senderistas que nos permitirá hacer todo el recorrido bajo la atenta mirada del monte Cervino.

Iniciamos la ruta desde el pueblo de Täsch donde hemos dejado el coche en uno de los muchos aparcamientos que hay. Aunque la ruta sale desde Zermatt, no hay opción de ir hasta allí con nuestro coche, tan solo está permitido hacerlo en autobús, tren, bicicleta o andando. Pagamos 14.60 euros por cinco horas de parking.

Una vez en Zermatt, vamos en busca de un funicular que nos dejará en la estación Sunnega Paradise. Lo cierto es que se puede hacer ese primer tramo andando, es el de mayor pendiente y tiene un trazado de cuatro kilómetros, pero el tiempo es ajustado y hemos preferido agilizar ese inicio de ruta.


Ahora sí iniciamos el camino. A medida que lo hacemos, siempre con el Cervino a nuestras espaldas, vamos dejando el primer lago a nuestra derecha, el Leisee. Aunque para la mayoría es el quinto lago, ya que es el último según volvemos del recorrido circular. La senda es sencilla y no requiere dificultad alguna. Además, el sol nos acompaña y llevamos una buena hilera de senderistas detrás. No olvidemos que es una de las rutas más masificadas de los Alpes suizos y, aunque no estemos en temporada alta, siempre encontraremos compañía.

Es muy difícil, diría que imposible, caminar sin girarse a menudo para contemplar el Matterhorn siempre vigilante. A lo largo de este primer trazado encontraremos varias esculturas en madera de animales propios de la zona como un lobo, un águila o una marmota.



Llegamos hasta el segundo lago, el Stellisee, quizás el más bonito y fotografiado de la ruta ya que el Cervino se refleja de una manera espectacular en sus aguas. Es el más adecuado para hacer una parada y aprovechar para comer, al menos así lo hizo la mayoría de senderistas aquel día.


También coincidimos con algunos grupos que hicieron la ruta en bici de montaña, algo muy habitual a juzgar por todos los que vimos.


Dejamos a la mayoría de senderistas descansando o comiendo y seguimos el camino en busca del glaciar, que ya veíamos a lo lejos. De camino divisamos un edificio de madera oscura y ventanas rojas que, en teoría es un bar. Y así era, el problema es que estaba cerrado y no pudimos disfrutar de esa terraza que, por lo visto, tiene bastante éxito en plena temporada.

El tiempo juega en nuestra contra, nos desviamos de la senda marcada y atrochamos por una pendiente que nos lleva directamente a asomarnos al glaciar. El espectáculo está garantizado.








Mientras cresteamos junto al glaciar, algo no apto para los que padecen de vértigo, iniciamos el regreso para ir en busca del siguiente lago. Tened en cuenta que es una ruta circular y es en este punto donde retornamos. Con el Cervino ya de frente durante el resto del trayecto caminamos en busca del lago Grindjisee. Descendemos hasta llegar a una senda más boscosa con preciosos ejemplares de abetos que ya empiezan a adquirir sus tonos otoñales.





Hacia los siguientes lagos tomamos una senda distinta a la más concurrida, porque nos llevaría más tiempo, y nos conformaremos con ver solo uno de los dos que nos quedan, el Mosjesee desde algunos metros más arriba, algo que tampoco nos disgusta por el espectáculo de las vistas.
Lástima que no viéramos el cuarto lago, el Grünse, y no os lo pueda mostrar. Creo que nos despistamos por las prisas. Ya lo siento.
Junto al lago Mosjesee, con el Cervino al fondo, incluso las cabras disfrutan del momento (agudizad la vista y las veréis)




Seguimos el trazado previsto, lo que nos llevó a no ver el cuarto lago, el Grünse. Ya lo siento.
Llegamos al quinto lago o el primero según se mire, el Stellisee. Un espacio habilitado para la diversión y que se encuentra junto a la estación del funicular.


Os dejo el track de Wikiloc por si queréis echarle un vistazo.

Os espero en la siguiente ruta. ¡Gracias por estar al otro lado!



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