Vuelvo a la Sierra de Francia pero esta vez a un lugar un tanto desconocido. Y es que parece mentira que todavía no hubiera paseado por El Casarito, una pequeña localidad a los pies de la Peña de Francia con apenas 26 habitantes y en cuyos alrededores pasé gran parte de mi infancia en aquellos domingos de campo y familia. De aquel entonces son muchos recuerdos que guardo en mi memoria , incluido un retrato en acuarela que pintó mi madre al personaje más curioso del lugar, el tío Julián.
Era el único habitante de El Casarito– al menos en 1986- un tipo que caminaba sobre unas albarcas hechas por él mismo con neumáticos y que llevaba siempre un palo- a modo de palillo- en la comisura de los labios hasta el punto de tener una pequeña hendidura por la costumbre. Cada vez que llegábamos, aparecía para pasar un rato de charla y contarnos su vida y sus costumbres, como la de comer patatas cada día.

Pero volvamos al presente. Antes de llegar al Casarito, y viendo el cielo plagado de nubes maravillosas que presagiaban un cambio del tiempo, lluvias incluidas, decidimos subir a la Peña de Francia para divisar el paisaje. Todo un acierto a juzgar por las imágenes que nos regaló aquel momento improvisado.



Y ahora ya sí, nos dispusimos a hacer la pequeña ruta de los castaños centenarios. Se trata de un recorrido de 1,6 kilómetros, accesible y familiar, ya que todo el recorrido es llano y sobre suelo en madera, hormigón impreso o tierra.
Dejamos el coche en el área recreativa Las Eras, que dispone de un pequeño aparcamiento de cinco plazas junto al merendero. Aunque la ruta empieza realmente en El Casarito, concretamente en la calle Casarito Bajo.



Conviene tomarse el camino con calma. Es corto y tendremos tiempo suficiente para detenernos a contemplar las maravillas que nos encontraremos a su paso, sobre todo esos castaños gigantes y majestuosos con tantos años encima.




Tras dejar atrás las casas del pueblo llegamos a la pasarela de madera por la que atravesamos un bosque de robles y helechos que nos acompañarán gran parte del recorrido.
Más adelante vemos una bifurcación que nos indicará el camino hacia la Peña de Francia- para los que prefieran hacer esa ruta a pie- o continuar nuestro sendero con posibilidad de desviarnos un momento hacia el Camino de los Peñascos. Conviene señalar que esos 200 metros de desviación a la derecha ya nos son accesibles -hasta que volvamos a nuestro camino- y que nos llevarán hasta las Figuras de Tomé. Manuel Tomé es un escultor de la naturaleza que inició en 1995 un tallado sobre bloques de granito en los que ha ido esculpiendo rostros humanos o figuras de animales. Un lugar curioso que recomiendo visitar.




Volvemos al camino inicial para continuar el paseo y seguir disfrutando de robles, helechos enormes y castaños gigantes hasta finalizar la ruta.



Os dejo el enlace al podcast:
Y también el vídeo que subí con la ruta a mi perfil de Instagram:
Gracias por llegar hasta aquí y ¡hasta la próxima!


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