FRAGAS DO EUME

Es agosto. La peor época del año, en mi opinión, para llevar a cabo cualquier viaje o ruta, como es el caso. Pero una vez asumido el riesgo, vamos allá.

Las Fragas do Eume está considerado el mejor bosque atlántico de toda Europa. Casi nada. Helechos, castaños, abedules, eucaliptos o robles inundan este lugar lleno de magia y que transcurre junto al río Eume. El nombre Fragas se refiere precisamente a eso, un bosque denso y plagado de todos estos ejemplares.

De todas las rutas posibles, elegimos una corta porque el tiempo del que disponemos no es el que quisiéramos. Nos decidimos por hacer la Senda da Ventureira de 6.5 kilómetros.

Senda da Ventureira

Siendo la época que es, el acceso al Parque está controlado y tenemos que dejar el coche en el aparcamiento que hay junto al Centro de Interpretación. Desde allí, sale cada hora un autobús (gratuito) que tras recorrer siete kilómetros nos deja junto al Puente Maria Cristina para iniciar la ruta. Es cierto que la mayoría de la gente que vino con nosotros en el autobús, optó por ir directamente al Monasterio de Caaveiro, que es el punto final de esta ruta, pero nosotros cogimos el sentido contrario. Nos adentramos por la vereda que va junto al Eume rodeada de altos ejemplares de castaños, abedules y helechos. Es un paseo más que agradecido porque no hace excesivo calor, es sombrío y no hay demasiado “tráfico”.

A medida que avanzamos comenzamos a cruzarnos con más gente, casi todos grupos reducidos. Como el caso de una pareja, Danny y Nina, de Suiza y Austria respectivamente, con los que me paré a charlar y grabarles para el podcast. Encantadores. Más adelante empezamos a divisar una hilera de senderistas que vemos venir de frente y con los que también hablé. Eran casi treinta y venían de la mano de una agencia de viajes llamada Arawak y desde toda España. Conseguí hablar, además, con el guía escoba que cerraba el grupo, Hugo Piñeiro. Lo podéis escuchar en el podcast dando todo tipo de explicaciones.

Había hambre porque se acercaba la hora de comer y no teníamos plan, es decir, no llevábamos los bocatas habituales porque nuestra intención de entrada era volver en el bus y comer en Pontedeume. Error. Bueno, más bien, cambio de planes. Cuando divisábamos el Monasterio de Caaveiro solo pensábamos en tomar algo que nos calmara la sed. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando divisamos una terraza llena de gente comiendo y bebiendo como si estuvieran en el paraíso. Porque eso fue lo que nos pareció realmente. Un oasis en pleno desierto. ¿Quién nos iba a decir que en plena caminata íbamos a encontrar una taberna tan bien atendida, con gente tan amable y con una comida tan espectacular? Nadie. Allí sirven dos tipos de bocadillos y ya. ¿Para qué más? Las explicaciones me las dio Martín, el cocinero que no paraba de cortar pan, hacer tortillas y freir carne como si no hubiera un mañana y que podéis escuchar también en el podcast. La Taberna de Caaveiro está atendida por miembros de la misma familia y solo tengo buenas palabras para todos ellos.

Eso sí, antes de comer y mientras nos preparaban los bocatas, fuimos a ver el Monasterio. Y aquí, merece la pena detenernos. El Monasterio de Caaveiro data del año 934 y en él se refugiaron monjes anacoretas para llevar una vida contemplativa y dedicada a la oración. Y, aunque algunas de las edificaciones del Monasterio ya desaparecieron, las labores de rehabilitación que se han llevado a cabo en los últimos años han dado un resultado espectacular. La integración de los materiales-hierro, madera y piedra- con los restos originales han formado un conjunto arquitectónico que invita a recorrerlo con pausa y contemplación, tal y como era la vida allí en sus orígenes. Algunas salas se han rehabilitado para acoger documentos relevantes o a modo expositivo y, aunque nosotros hicimos la visita por nuestra cuenta, convendría contar con un guía que explique la historia con todo tipo de detalles.

La vuelta fue bajo la improvisación y, lo que en principio iba a ser una caminata de siete kilómetros, se transformó en otro paseo en autobús. Y, qué queréis que os diga, después de la comida fantástica en aquel escenario, no se me ocurría otra manera mejor de terminar la ruta.

En definitiva, un paseo maravilloso a pesar del gentío, que convendría repetir en pleno otoño.

Y aquí puedes escuchar el podcast que grabé durante la ruta y las conversaciones que mantuve con la pareja de senderistas, el guía local y el cocinero de la taberna, a quienes les agradezco infinito su participación.

También puedes ver el track de Wikiloc e, incluso, seguir mi cuenta para estar al tanto de las rutas.

Track de Wikiloc

Y, como siempre, el resumen que subo a mi perfil de Instagram:

GRACIAS por estar ahí y ¡hasta la próxima!

PEÑA CARBONERA

Era el día después de San Blas, fiesta que se celebra en Mogarraz por todo lo alto con una procesión de bodega en bodega al ritmo de gaita y tamboril, cuando decidimos subir a la Peña Carbonera.

Permitidme aquí hacer un inciso sobre la celebración de San Blas, a quien se rinde homenaje el primer fin de semana de febrero. Merece la pena vivir esta fiesta, que organiza la Asociación Virgen de las Nieves, y que empieza a primeras horas del sábado recibiendo a los tamborileros que amenizarán toda la jornada. Cerca del mediodía, se procesiona al santo por las calles del pueblo-tras la celebración de la misa-y se termina en la Plaza Mayor del pueblo degustando el tradicional limón serrano. Lo mejor de esta fiesta, en mi opinión, viene después con otro tipo de procesión y que consiste en ir de bodega en bodega, comiendo y bebiendo como si no hubiera un mañana y bailando al ritmo de gaita y tamboril. Siempre llevamos el acompañamiento de una charanga que anima lo que no está escrito, pero se turna con los músicos tradicionales y sus charradas. Una conjunción perfecta. Conviene apuntar que lo que se come y bebe durante la procesión, corre por cuenta de cada bodeguero. Siempre me causó impresión tanta generosidad.

Ahora ya, continuo con la ruta a la Peña Carbonera.

La ruta parte del Portillo (1.242m) en La Alberca. Iniciamos la caminata hacia la Peña del Huevo (1.414m), primera parada obligatoria, aunque no podemos subir a ella debido a la niebla que ha humedecido la piedra y la ha convertido en una pista de patinaje. El trazado hasta allí es un camino forestal con matorrales y pinares que nos acompañan todo el camino. Merece la pena pararse y disfrutar de las vistas, que no defraudan.

La Peña de Francia o la Mesa del Francés se distinguen perfectamente.

Seguimos el camino hasta alcanzar nuestro objetivo, la Peña Carbonera (1.505m) donde nos espera un espectáculo de nubes absolutamente maravilloso. Momento de respirar y alucinar con esas vistas imprevisibles debido al mar de nubes que tenemos delante de nosotros.

La Peña Carbonera cuenta con un puesto de vigilancia contra incendios y es el mejor lugar para descansar e incluso comer admirando el paisaje.

Una vez renovados los sentidos, emprendemos el descenso por el mismo camino, un total de 10 kilómetros que no resultan cansados y te dejan como nueva.

Esta ruta la hemos hecho en otras ocasiones, pero en ninguna de ellas pudimos ver el espectáculo de nubes y la Peña del Huevo estaba en perfectas condiciones para ser subida.

Os dejo con el resumen que subí a mi Instagram.

¡Hasta la próxima!

MONTE PINDO

Playas inmensas de arena blanca, mareas que van y vienen y un paisaje espectacular, próximo a la Costa de la Muerte, es lo que nos encontramos en esta parte del Concello de Carnota.

La ruta que os traigo hoy la hicimos el verano de 2021. Un entorno maravilloso que merece la pena recorrer tranquilamente y disfrutarlo al máximo haciendo honor al lema más comercial de la terra #GaliciaCalidade.

La subida al Monte Pindo (627m.) conviene hacerla con ciertas precauciones. Es un tramo largo de unos 14 kilómetros en los que no deben faltar agua, palos de trecking y un buen calzado, por supuesto. Aunque en distintos tramos de la subida nos adelantaron varios corredores de montaña, como quien va de paseo, conviene subir el monte con cierta dosis de paciencia y tranquilidad. Incluso también se puede comer en el camino, cosa que hicimos nosotros aunque ya de bajada.

Merendero al inicio del camino

El Monte Pindo es un lugar mágico y rodeado de leyendas que tienen que ver con tradiciones celtas, como esas maravillosas piedras verticales que te acompañan como si fueran tu sombra. Luego os cuento la historia.

El recorrido tiene vistas preciosas desde el principio ya que caminas junto al mar. A medida que coges altura conviene hacer pausas para respirar toda esa energía procedente del Atlántico y contemplar esa maravilla. La senda es estrecha en muchos tramos pero está marcada y no tiene pérdida. Es de una gran riqueza vegetal (más de 600 especies) y abundan los matorrales bajos, robles, pinos o laureles que, junto con la gran masa granítica del lugar, es un destino muy demandado por geólogos.

La magia del Monte Pindo tiene que ver con leyendas prehistóricas que nos hablan de tesoros, reinas, brujas, gigantes o monstruos y con el culto al sol que rendían los celtas gallegos en su cumbre. Según la tradición popular, en el monte descansan los restos de la Reina Lupa junto a un gran tesoro que ha sido objeto de búsqueda en numerosas ocasiones. En este lugar, sagrado para los celtas, las piedras de granito con formas de siluetas tiene que ver con tesoros increíbles y encantos de mouras o conjuros de meigas. Dicen que en este Olimpo celta se celebraban ceremonias, sacrificios y ritos de fecundidad. Y lo cierto es que merece la pena sentarse al borde del camino e imaginar toda esa serie de historias de este monte sagrado.

Llegar a la cima del Monte Pindo es un espectáculo. Impresiona, no solo la forma de las piedras en forma de muela-de ahí su nombre A Moa- sino las vistas de quitar el hipo que desde allí se contemplan. Puedes ver la playa de Carnota, el cabo de Finisterre y el de Corcubión. Las formas caprichosas de la superficie, a modo de pequeñas bañeras naturales excavadas en la roca, servían para hacer pequeños rituales, según la leyenda.

Bañeras en la cima del Monte Pindo

Aunque haga aire cuando estés arriba (que será lo más probable), tómate tu tiempo y respira. Contempla esa inmensidad hasta donde puedan ver tus ojos y piensa lo minúsculos que somos y lo poco que importamos entre ese espectáculo.

Después, ya puedes empezar a bajar.

Track de la ruta en Wikiloc

Os dejo el resumen de la ruta que colgué en mi Instagram.

PASO LOS LOBOS-MESA DEL FRANCÉS- PUERTO DE MONSAGRO-LOS PUERTITOS

Había llovido a lo grande el día antes y no teníamos mucha fe en poder realizar esta ruta, pero todo jugó a nuestro favor y la disfrutamos como se merecía.

La ruta no es larga puesto que tiene un trazado de 7,4 kilómetros, pero el terreno la dificulta y la convierte en no apta para todos los públicos. Decidimos este recorrido porque coincidía con la celebración de la quinta edición de la Carrera de los Tres Valles, y esperábamos ver a parte de los corredores a la altura de la Mesa del Francés, algo que ya hicimos tres años antes.

Iniciamos el camino en el Mirador Paso de los Lobos, en la carretera de ascenso a la Peña de Francia, donde coincidimos con gente de la organización de la carrera. Emprendimos la ruta cuesta arriba sorteando como pudimos los riachuelos formados tras la lluvia. Tierra y piedras que a veces obligaban a no perder de vista el suelo, algo complicado porque el paisaje que tienes delante de tus ojos es un espectáculo. La Sierra de Francia y la de Béjar, al fondo; el Valle de las Batuecas bajo tus pies, el embalse de Gabriel y Galán a lo lejos. No podemos pedir más.

Una vez que llegamos a una pequeña torre construida con piedras y que hace las veces de hito, seguimos de frente hasta llegar a a la Mesa del Francés. Se trata de una plataforma llana de granito y muy amplia desde la que se divisa la Sierra de Francia en todo su esplendor. Conviene hacer una parada y divisar el paisaje.

Allí coincidimos con Imanol y Alex, dos de los organizadores de la Tres Valles que esperaban a que llegaran los últimos corredores. Aprovechamos para charlar con ellos y nos contaron su malestar sobre las dificultades de celebrar un evento de este tipo. Y es que , al parecer, la falta de apoyos económicos y de otro tipo ponen en riesgo próximas ediciones. La Tres Valles (os recomiendo que entréis en su web) es una carrera internacional en la que este año han participado corredores de ocho países y, según algunos participantes, es de las mejores carreras en todos los sentidos, tanto deportivo como organizativo. Por eso, sería una lástima que dejara de celebrarse, con todo lo que supone desde el punto de vista de promoción turística de una zona como la Sierra de Francia.

Abandonamos la Mesa del Francés rumbo al Puerto de Monsagro. Toca descender entre brezos y matojos espesos y conviene hacerlo con cuidado porque el terreno es pedregoso y, además, está empapado.

Decidimos desviarnos a la izquierda en el camino que sale rumbo a Los Puertitos donde previsiblemente comeremos. Es una senda sencilla y agradable- a pesar de ser un riachuelo por las lluvias- hasta el punto de sentir, en varios tramos del recorrido, unas corrientes calientes que suavizan el aire frío del día. Desconocemos el origen de las mismas y más tarde nos arrepentiríamos de no haber parado allí a comer.

Camino hacia Los Puertitos

El tramo final parte de Los Puertitos y llega de nuevo hasta el Paso Los Lobos. Lo hacemos después de comer y, aunque no es el mejor momento, a la larga se agradece el ejercicio. Es un tramo bastante pedregoso y cuesta arriba con algunos momentos en los que cruzas por pedreras por lo que conviene no perder de vista el suelo. A nuestra derecha impresionante, el Valle del Lera.

Poco antes de llegar al aparcamiento donde dejamos el coche aparece una senda de pinos jóvenes que nos acompañarán hasta el final.

Valle del Lera

Os dejo la ruta de WIKILOC por si os decidís a hacerla, que espero que sí.

Track de la ruta en Wikiloc

Y como siempre, aquí tenéis el vídeo resumen que subí a mi Instagram:

¡Hasta la próxima!

CUEVA DE LA MORA

La Cueva de la Mora situada en la Sierra Quilama, Salamanca, es un paraje misterioso y lleno de encanto con una historia detrás que la hace más atractiva y que tiene como protagonista a la reina Quilama y su enamorado, el rey godo Don Rodrigo. Cuenta la leyenda que ambos se cobijaron en la cueva huyendo de la invasión musulmana que había comenzado en la península en el año 711. Aunque su primer escondite fue en algún lugar de la Sierra de Francia, distintos pasadizos y cuevas les hicieron llegar a la denominada hoy Cueva de la Mora.

La ruta parte de Navarredonda de la Rinconada, pueblo natal de mi padre, por cierto. Matorrales y escobas adornan el camino hasta llegar a las Fuentes, un espacio que se agradece para hacer una pausa y en la que puedes (y debes) echar un trago de agua fresca. Caminamos por pistas de tierra y caminos repletos de hojas de roble a lo largo de unos 4 kilómetros de subida.

El último tramo merece una pausa, no solo para coger aire después del esfuerzo , sino para disfrutar de las vistas de toda la sierra y sus pueblos desde lo más alto (1.434m.)

Desde ese punto iniciamos el descenso a la cueva. Es un tramo difícil y algo peligroso, sobre todo si no tienes cierta experiencia. La bajada es a través de una pedrera de granito entre matorrales y piedras de distinto tamaño que requieren paso firme y lento para asegurar bien el pie. Una vez allí puedes trepar hasta la cueva, con algo de cuidado, o simplemente quedarte a comer a sus pies contemplando la enormidad de la zona de Entresierras.

Cueva de la Mora

Os dejo el vídeo resumen de la ruta que, como siempre, cuelgo en mi Instagram.

Gracias por estar ahí.