LA CREUETA DEL MONTGÓ

Si ves la Cruz del Montgó desde Denia en los días claros, es que tu vista está perfecta. La Creueta es uno de los símbolos para los dianenses, que tienen como costumbre subir hasta ella a modo de excursión.

Confesaré que esta fue mi primera vez y todavía me pregunto por qué no lo habría hecho antes. Es una ruta difícil, no voy a negarlo, pero cuando llegas arriba todo se olvida. Luego ya os hablaré de la bajada…

El Montgó (753 m.) es un macizo que marca el perfil de Denia y Jávea. Forma parte de las Cordilleras Béticas que se pierden en el Cabo San Antonio y reaparecen en las islas de Ibiza y Formentera. Su huella paisajística es impactante y la flora y fauna que lo habitan son muy diversas. Es Parque Natural desde 1987.

Las rutas de senderismo de este parque son numerosas, y la de la Cruz es de las más exigentes. Tened en cuenta que son tres horas de ascenso constante por terreno muy pedregoso, por lo que es recomendable llevar calzado adecuado, además de agua, por supuesto. La peor época para hacerla es el verano, ya que el calor puede llegar a ser insoportable.

Hay dos maneras de llegar hasta la Cruz, pero nosotros elegimos salir del Camí de la Colonia, junto a la Ermita del Pare Pere, una pista de tierra por la que transitaban los vendimiadores hace décadas, cuando toda aquella zona estaba ocupada por viñedos. Ellos fueron los primeros pobladores de Denia y sería en 1921 cuando se puso en marcha la Colonia Agrícola del Montgó, un proyecto que incluía parcelas y casas sencillas para que los colonos las cultivaran. Algo que lograron con éxito y que empezó a decaer con la crisis de 1929 y el posterior abandono de las tierras.

Esta parte de la ruta, que alcanza unos cinco kilómetros, es la más visitada por quienes pasean a sus perros o entrenan corriendo ya que es llana y las vistas dejan ver Denia desde las alturas.

La ruta está perfectamente indicada. Una vez que abandonamos el Camí de la Colonia empezamos la subida. El trazado se hacer relativamente sencillo hasta alcanzar la planicie desde la que se divisa la cruz a lo lejos. Allí también se une la ruta que viene desde Jesús Pobre, que era la otra alternativa a la nuestra.

Llama la atención la variedad de flora que hay en la zona, desde el matorral- que es la forma más extensa- hasta flores de diversas especies en pleno esplendor. En torno a 600 especies distintas crecen en el Parque dependiendo de si están cerca del acantilado, en torno a la cumbre o más alejadas del mar y la salinidad. También es curiosa la forma de las piedras calizas de color blanco que con la erosión del viento han creado formas afiladas conocidas como Lapiaz. Estas piedras son las que dificultan incluso el caminar ya que están a lo largo de casi todo el trayecto. Por eso insisto en que hay que llevar un calzado adecuado para asegurar la pisada. Aunque, claro, los hay que han llegado a subir en chanclas…

Este tramo hasta llegar a la Cruz se hace especialmente duro porque da la impresión de que el momento no llega nunca. Era Viernes Santo y la procesión os aseguro que estaba allí arriba. Decenas de personas subían y bajaban de la Creueta, lo que convirtió el momento foto en un acto de paciencia a tener en cuenta. Además de la foto, puedes dejar tu firma y una frase para la posteridad en un cuaderno que guardan dentro de una caja. Si alguien lee este post y sube a la Cruz, que le quite el precio a la libreta, por favor :))

Una vez que estás arriba conviene descansar el cuerpo y la mirada. Solo contemplar el horizonte infinito que se pierde rumbo a las Islas Baleares es una sensación inolvidable.

Denia desde la Creueta

Llega el momento de la bajada. Con calma, sin prisas y fijando bien la pisada tardamos dos horas en completarlo. Hay tramos algo más delicados por la forma de las piedras que hay que sortear, así que paciencia.

Por si te apetece, te dejo el enlace a Wikiloc:

VÍA FERRATA DE LA MUELA

Pudiera parecer una ruta pensada para los más aventureros, por aquello de la escalada, pero creedme si os digo que se trata de un recorrido apto para casi todos los públicos.

En cualquier caso, si te entran ganas de probar este tipo de experiencias, aunque sea de iniciación, puedes entrar en esta web donde te explican cómo hacerlo sin riesgo alguno. Y es que una vía ferrata es un trazado horizontal y vertical sobre rocas  que está equipado con peldaños , clavijas, rampas, pasamanos, cadenas o grapas  para hacerlo provisto de material como casco, cabos, guantes, calzado adecuado, etc. Todo un mundo que descubres si haces la ruta Vía Ferrata de La Muela.

El Cancho de La Muela y Hoya Moros al fondo

La ruta se sitúa en La Garganta, un pequeño pueblo extremeño pero que, sin embargo, es el más elevado del Valle del Ambroz. Se trata de un trazado circular de 8 kilómetros y en pendiente continua hasta que llegas a La Muela (1.626m.), es decir, durante 4.5 kilómetros, lo que conviene tomar con cierta calma. Y como digo siempre, recordad que todo lo que sube, baja. Dejamos el coche en el Puertecito , una zona de aparcamiento junto a la carretera CC-16.3 desde donde parte la ruta. Caminaremos por una senda bien señalizada y de tierra en su mayor parte hasta que llegamos al Mirador del Larix desde el que divisaremos parte del Valle del Ambroz y los ejemplares de pinos silvestres o el Alerce, un tipo de conífera que se vuelve de color dorado en pleno otoño.

Desde el Mirador del Larix subiremos por un barranco junto al regato Jaramillo, que nos acompañará todo ese trayecto. Ya próximos a La Muela divisaremos parte de la subida a Hoya Moros y seremos conscientes del daño que provocaron los incendios del último verano en la zona.

Efecto de los incendios del último verano

En este punto ya divisamos La Muela . Lo que llama la atención nada mas acercarnos son las indicaciones que hay para los aficionados a la escalada: K1, K2, K3, K4 o K5 dependiendo de la dificultad del trazado porque cada nivel tiene su propio recorrido. No era nuestro caso, así que seguimos las indicaciones para los senderistas de a pie.

Cuando llegas a la cumbre se abre ante ti un espectáculo maravilloso con el Valle del Ambroz, la Sierra de Béjar, Hoya Moros, el pantano de Gabriel y Galán, el embalse de Garcimuño o, en días muy claros, la Sierra de Francia. Solo la contemplación basta para pasar varias horas. Recomiendo comer allí mismo, porque la siesta de después tumbado en esos bloques de granito merece del todo la pena.

El lugar es conocido exactamente como el Cancho de La Muela, que hace alusión a una piedra muy grande. En este caso son dos grandes bloques que distan entre sí 50 metros, unidos por una tirolina que solo debe ser utilizada por gente con experiencia. Solo ver la verticalidad del cable en cuestión, impone. Recomiendo aprovechar los distintos huecos que hay en el granito a modo de sillones para recostarse y disfrutar del paisaje. Aunque pueda parecer lo contrario, son muy cómodos.

No hace falta decir que el regreso es más sencillo y transcurre por una pista de tierra a modo de cortafuegos que nos devolverá al punto de partida, el aparcamiento del Puertecito.

Si te apetece seguir la ruta, te dejo el enlace a WIKILOC:

Pero antes de la despedida y de irnos a tomar un café a Candelario, un vuelo a vista de dron sobre toda la zona. Espero que os guste y me contéis si os animáis a hacer la ruta.

¡Hasta la próxima!

RUTA DE LOS TESOROS NATURALES DE MIRANDA DE AZÁN

La de hoy es una ruta muy especial por varias razones: por su longitud: kilómetro y medio; por la riqueza medioambiental en tan poco espacio y por el entorno en el que se desarrolla, un pueblo.

Así que más que ruta, se trata de un paseo interpretativo que nos ayudará a descubrir los tesoros naturales que están delante de nosotros, de los vecinos del pueblo en este caso a diario.

Me traslado hasta Miranda de Azán, a poco más de 9 kilómetros de Salamanca para ser testigo de la inauguración de este paseo promovido desde su ayuntamiento y que tiene como objetivo divulgar la riqueza natural de su entorno. Quedamos en la Plaza Toral, un punto de encuentro que sirve de inicio a la ruta. Un grupo de vecinos espera con ganas que empiece este paseo que nos mostrará Pablo Labajos– consultor medioambiental- que ha sido el encargado de diseñar los paneles explicativos del recorrido junto con las ilustraciones de Diego Ortega Alonso. Un trabajo con el que merece la pena detenerse y aprender. Además, en cada panel se insertan unos códigos QR en los que podemos escuchar a vecinos de Miranda de Azán contando curiosidades y anécdotas. Y es que niños y mayores se han prestado voluntarios para colaborar en este proyecto con el que aprenderán a valorar la riqueza medioambiental de su entorno.

Seguimos los pasos de nuestro guía Pablo y de la plaza en la que nos cuenta maravillas de las veinte especies de árboles, pasamos a conocer los ángeles de la guarda que nos protegen desde las alturas. Gorriones, cigüeñas, golondrinas o colirrojos son tan solo algunos de ellos y boquiabiertos nos quedamos al saber la labor que hacen entre nosotros sin apenas darnos cuenta. Escuchad el podcast y sabréis por qué.

Ilustración de Diego Ortega Alonso
Detalle con golondrinas de hierro en un poste de la luz

Pero si hay un lugar en Miranda de Azán favorito para mitigar los calores del verano o descansar la mente en cualquier momento ese es el Arroyo Fuente de la Porra. Un lugar en el que las aguas aportan servicios ecosistémicos como filtrar la contaminación, regular las temperaturas o servir de refugio a decenas de especies, entre otros. Un espacio que cuenta, además, con la instalación de un hotel de insectos que servirá para devolver al entorno todo lo que nos aporta.

Conocer nuestro entorno es fundamental para cuidarlo. Por eso, Pablo desmenuza todas y cada una de las posibilidades de este lugar teniendo en cuenta las especies que lo habitan.

Entre las copas de los árboles veremos al herrerillo, al carbonero, al petirrojo, al jilguero o al lugano. Todos ofreciendo un espectáculo de color y sonido. En los chopos o en el cielo veremos rapaces como el milano real, el águila calzada o el cernícalo. Y cuando se hace de noche estarán allí el búho chico, la lechuza o el cárabo.

Los niños que nos acompañan en el recorrido no pierden detalle y toman nota de las distintas acciones que están en nuestra mano para evitar desastres naturales: no tirar residuos y recoger los que encontremos; controlar que las mascotas respeten la fauna silvestre; evitar pesticidas que viertan al agua o valorar el cauce natural del arroyo con sus arbustos y plantas. Pequeños gestos que nos permitirán seguir disfrutando de un lugar privilegiado.

Ilustración de Diego Ortega Alonso

Pero la riqueza de Miranda de Azán no solo está en su flora y su fauna. También en la riqueza geológica que ha sido reconocida con la figura de LIG (Lugar de Interés Geológico) por su interés científico: rocas como las que vemos en el recorrido cuentan un episodio importante de la tierra llamado “Orógeno Varisco”. 

Los primeros pobladores del lugar utilizaron estas rocas para construir sus casas y cercados para el ganado. Hoy sirven para delimitar el terreno pero también para cobijar animales como el erizo, el sapo o el gallipato, que se refugian bajo las rocas junto a reptiles como la lagartija ibérica.

Para ir finalizando este paseo interpretativo, nos situamos frente a los pastos y campos de cultivo, a las afueras del pueblo. Junto al abrevadero, recientemente restaurado, todavía vemos el arroyo sobre el que vuelan algunas rapaces en busca de alimento. Incluso hay días en los que las avutardas se camuflan en los campos de trigo.

Este entorno es un auténtico tesoro porque las aguas del arroyo se mezclan con los campos de secano. Dos ecosistemas que unidos forman el denominado “ecotono”, un aporte determinante para la biodiversidad de la zona.

Finalizamos la ruta en el pueblo, concretamente en el restaurante Musicarte, donde nos esperan Raúl y Mario Carabias, dos hermanos que ya forman parte de la hostelería clásica de Salamanca después de haber regentado durante treinta años El Café Corrillo y el Musicarte en el centro de la ciudad, dos locales míticos de nuestra restauración. El entorno, el buen trato y la decoración forman parte de la idiosincrasia de estos hermanos además de priorizar los productos de temporada y las carnes a la brasa sin olvidar que, entre los meses de abril a octubre, cuentan con un cocinero italiano que elabora pizzas en el horno de leña. Pero su fuerte, me cuenta Mario, son las carnes, los pescados y los menús elaborados. Degustar esa variedad se hace más atractivo entre sus paredes, decoradas con mimo y cargadas de simbolismo.

Me quedo degustando una cazuelita de callos, no sin antes recomendaros este paseo interpretativo y circular por Miranda de Azán. Una ocasión única para aprender a valorar los tesoros que nos da la naturaleza y evitar sus amenazas con tres consejos que Pablo Labajos insiste en recordar: reducir los residuos y pesticidas, moderar la extracción de agua y controlar que nuestras mascotas no agredan la fauna silvestre.

Os dejo el podcast de la ruta con todas las explicaciones de Pablo Labajos .

¡Gracias por llegar hasta aquí y hasta la próxima!

MER DE GLACE

Fue mi primera vez en un glaciar y creedme si os digo que me fui con un sentimiento confuso, una mezcla de asombro e impotencia.

Mer de Glace

El paseo hasta la Mer de Glace (Mar de Hielo) es una delicia. Un tren cremallera rojo y antiguo nos lleva entre bosques, viaductos y túneles en un recorrido maravilloso de unos 5 kilómetros desde Chamonix hasta Montenvers, un enclave situado a 1.913 metros de altitud desde el que divisar un paisaje grandioso.

El paisaje que vemos nada más bajar del tren ya te deja boquiabierto. Esta lengua de hielo tiene un desnivel de 2500 metros, y un espesor de entre 200 y 400 metros. Es el glaciar más grande de Francia y el tercero de los Alpes con 7 km de longitud y 40 km de extensión. Pero el inmenso surco que recorre el glaciar como consecuencia del deshielo te paraliza y te hace reflexionar al instante. Desde la estación, un teleférico nos bajará unos cuantos metros hasta iniciar otro descenso a través de 580 escalones. Así que lo mejor es armarse de paciencia porque lo que se baja, después se sube. Permitidme aquí una opinión sobre las formas de hacer ese recorrido por la estructura de pasarelas y escaleras. No es un trayecto apto para todos los públicos. De entrada para las personas con vértigo y, después, para niños demasiado pequeños y perros. Aquel día vi de todo: mujeres con tacones, perros en brazos de sus dueños y niños a hombros de sus padres. Después, cada uno es libre de hacer lo que quiera.

A medida que bajamos, se pueden ver distintos carteles que indican los metros que ha ido ganando el deshielo en los dos últimos siglos. Y es que el glaciar ha perdido un promedio de 3 y 4 metros cada año desde mediados del siglo XIX y la velocidad se va incrementando año tras año. Solo pensar que en 1850 la lengua del glaciar tenía 2 kilómetros más que ahora y era visible incluso desde Chamonix, se nos ponen los pelos de punta.

Nuestro objetivo, una vez que llegamos abajo, es ver la Grotte de la Mer de Glace o Cueva de Hielo. Un espacio que se va modificando año tras año a medida que el deshielo hace de las suyas.

El recorrido por el interior de la cueva no deja de ser curioso. Además de ver cómo se ha ido excavando el hielo para dar forma al trayecto, se pueden observar diferentes objetos esculpidos en el mismo hielo como una barra de bar, un oso de gran tamaño, una especie de trono, ventanas en las que hacerse alguna foto o una chimenea.

Una vez hecho el recorrido toca volver por el mismo camino, es decir, subiendo los 580 escalones y coger de nuevo el pequeño teleférico que nos devolverá a la estación de Montenvers.

Os espero en la siguiente ruta.¡Gracias por estar ahí!

RUTA DE LA MANGÁ

Desconocido pero lleno de encanto. Así es este trozo de la sierra de Candelario que aún conserva los colores del otoño aunque estemos a mediados de diciembre.

La Ruta de la Mangá es un tramo circular de 9.3 kilómetros que se puede hacer en plan familiar de forma muy sencilla. Aunque la distancia a la Cascada de la Mangá es de 2 kilómetros, alargamos el recorrido siete kilómetros más para disfrutar del bosque y sus encantos.

Cartel junto al camping

Dejamos el coche junto al camping Cinco Castaños, en la carretera que sube a la plataforma de Candelario. Desde allí partimos por una senda plenamente otoñal y acompañados por robles, castaños y una sierra a lo lejos que todavía guarda los colores típicos de la época.

A veces se hace complicado el camino por lo encharcado que se encuentra después de tantos días de la bendita lluvia. Es tal la cantidad de agua caída, que el sendero se convierte en un riachuelo continuo que hay que sortear para evitar mojarse. Los aficionados a la micología tienen aquí un paraíso porque, a poco que te fijes, son muchas las variedades de setas que vemos a nuestro paso.

Cruzamos por varios prados con vacas que pacen plácidamente y que te hacen pensar por un momento que te encuentras en Asturias…

La aparición de la Cascada de la Mangá llega muy pronto, en apenas dos kilómetros. El agua corre como si no hubiera un mañana y el espectáculo visual y auditivo está garantizado. Conviene acercarse, sentarse en una de las piedras de la orilla, observar… y escuchar.

Hecha la desconexión, retomamos la ruta con dirección al Embalse de Navamuño. Hago aquí un paréntesis para aquellas personas que se conforman con ir a la cascada y volver, en total 4 kilómetros, una mini ruta pensada quizás para familias con niños pequeños, en cuyo caso lo recomiendo cien por cien.

Para los que prefieren seguir caminando otros 7 kilómetros, deberán coger una desviación a la derecha según nos encontramos con un cartel que anuncia La Dehesa, un aula en la naturaleza que dejaremos a la izquierda.

Este tramo será por carretera y cuesta arriba unos 700 metros, hasta llegar al cartel que nos anuncia el Pantano de Navamuño.

Otra parada obligatoria que nos hará desviarnos para contemplar la construcción y almacenamiento de este embalse que abastece de agua a las Sierras de Francia, de Béjar y alguna zona de Hervás. Su construcción se terminó en 1989 y pertenece a la Confederación Hidrográfica del Tajo, estando actualmente al 64 por ciento de su capacidad.

A partir de este lugar caminaremos por un sendero pedregoso y cuesta abajo hasta enlazar de nuevo con el suelo de tierra y hojas que nos ha acompañado casi toda la ruta. Y permitidme que os sugiera hacer una nueva parada, que bien podría servir para comer, en Puente Nueva, un lugar idílico donde aprovechar para hacer algunas fotografías y, si fuera verano, darse unos buenos chapuzones.

A partir de aquí el camino comienza a subir de nuevo, entre muros de piedra envuelta en musgo y robles a lo largo del camino. Poco a poco empezaremos a divisar la carretera que nos llevará hasta Candelario, concretamente junto a las piscinas del municipio.

En nuestro caso, y como dejamos el coche en el camping Cinco Castaños, veremos a la derecha un cartel en el que leemos ruta Vetona. Es el inicio de un camino estrecho y una subida bastante empinada de unos 200 metros hasta el lugar donde iniciamos nuestra ruta.

Este es el track de Wikiloc por si te apetece hacer la ruta siguiendo mis pasos:

Y, como remate final, el Reel que subo a mi perfil de Instagram:

¡Gracias por estar y hasta la próxima!

VALLEJERA- LA HOYA- NAVACARROS

Tener a tiro de piedra la Sierra de Béjar siempre es una garantía. Por eso, improvisar una excursión no cuesta nada y el éxito está asegurado, sobre todo si tenemos en cuenta que es otoño y los bosques están en pleno apogeo de color.

Se trata de una ruta circular de apenas 8 kilómetros que atraviesa los municipios de Vallejera de Ríofrío, La Hoya y Navacarros , que son los tres pueblos situados a mayor altitud de la provincia. Dejamos el coche en el aparcamiento lavadero de Vallejera, junto a una fuente, y nos encaminamos hacia la salida norte del pueblo para tomar el sendero que nos llevará hasta La Hoya.

Aparcamiento lavadero de Vallejera

La vereda es muy sencilla y llana, rodeada de robles y castaños que nos acompañarán toda la ruta con vistas a la Sierra de Béjar. El suelo cubierto por las hojas contrasta con el verde del musgo que cubre los muros del camino, haciendo del recorrido un paseo mágico. Hay tramos en los que la vereda se estrecha, incluso está cubierta por un riachuelo (nacimiento del arroyo Gascón) producto de las últimas lluvias, lo que nos hace sortear el agua, excepto a Coquer, el golden que de nuevo nos acompaña en esta ruta- y que no duda en bañarse en cualquier charco, río o poza- junto a su amigo inseparable, Edu, con quienes compartimos la penúltima ruta por Hervás.

Apenas nos cruzamos con gente, me atrevería a decir que tan solo con un par de ciclistas que eligieron esa ruta para dar pedales, algo que se agradece después de las últimas veces un tanto multitudinarias.

Alcanzamos La Hoya y cruzamos por mitad del pueblo en dirección a Navacarros, donde decidimos hacer la parada correspondiente para comer. Lo hacemos junto a la Iglesia del Santo Cristo del Humilladero y bajo el sol, un descanso que agradecemos a pesar de que el camino no es en absoluto duro, pero ese sol de invierno es una maravilla que hay que aprovechar.

Desde La Hoya emprendemos el último tramo de la ruta que nos devolverá a Vallejera de RioFrío.

Un gran descubrimiento que espero os sirva de inspiración.

¡Hasta la próxima!

Os dejo el track de Wikiloc por si os animáis a hacerla:

Y, por último, el vídeo resumen que subo a mi perfil de Instagram:

LA CHORRERA DE HERVÁS

Extremadura siempre es un buen plan. Y más, con lo cerca que está de Salamanca. En apenas una hora de coche nos ponemos en Hervás, nuestro destino de un sábado de noviembre con sol y apenas frío.

Hervás desde la ruta a la chorrera

La de hoy es una ruta distinta por la compañía. Vamos con algunos de los componentes de Diario Senderista, un grupo de humanos que caminan por los montes en compañía de sus mejores amigos, sus perros.

Coincidimos con ellos el pasado verano en El Collao de Garcibuey, uno de esos lugares a los que volver siempre que estás por la Sierra de Francia. Al frente del grupo está Eduardo Cid, compañero periodista al que hacía décadas que no veía. Os contamos “nuestra historia” en el podcast, no queráis saberlo todo tan pronto…

Y de aquel encuentro surgió la posibilidad de compartir algunas de nuestras rutas. Esta ha sido la primera, pero no será la última, os lo aseguro.

Antonio, Alain, Cristina, Antonio y yo junto a Coquer, Mori y Yupi.

La Chorrera de Hervás es una ruta sencilla, diría incluso que familiar. Apenas cuatro kilómetros de ida y otros tantos de vuelta que transcurren por una senda tranquila y con algunos tramos de subida, no demasiado pronunciados. Dejamos el coche en el aparcamiento de la presa del Horcajo e iniciamos la marcha por un tramo asfaltado hasta que se junta con el camino de tierra impregnado ya por las caídas del otoño.

Aparcamiento

Robles, castaños y algunos frutales nos acompañan en un camino que tiene mucho que ver con la central hidroeléctrica que se construyó a finales del s. XIX para surtir de electricidad a las fábricas textiles de la comarca. Da gusto caminar junto al canal en un paseo sombrío y muy tranquilo, a no ser por los constantes grupos de senderistas que se cruzan.

Llegamos hasta La Casa de la Luz, ahora en desuso, y que incluye un cartel explicativo en el que leemos que Hervás cuenta con electricidad desde las navidades de 1895 gracias a una central de vapor que se encontraba en las proximidades de la localidad.

La subida nos lleva hasta el Mirador, un lugar en el que hacer una pausa, descansar y respirar tras el esfuerzo y observar el paisaje que tenemos frente a nosotros: Hervás a lo lejos y en mitad del Valle.

Desde el Mirador

Nos cruzamos con muchos senderistas durante el camino. Muchos de ellos, acompañados por sus perros, por lo que la conversación fluye casi sin buscarla. En el podcast podrás comprobarlo.

Alcanzamos nuestro objetivo al divisar la Chorrera espectacular con esa caída de 15 metros y que tiene un gran número de espectadores dispuestos a fotografiarla.

Tras hacer una pausa para comer junto a la Chorrera, iniciamos el camino de vuelta, pero hacemos una desviación para asomarnos a las Charcas Verdes, un espacio más tranquilo y rodeado de castaños en el que un baño en pleno verano debe saber a gloria.

Pero antes de finalizar, paramos de nuevo en el Mirador para hacer un vuelo con el dron y tener una panorámica espectacular del valle:


Os dejo el track de Wikiloc por si os animáis a hacer la ruta:

Ya sabes que en algunas rutas grabo un podcast. En esta ocasión, aprovecho la compañía de Eduardo Cid, antiguo compañero de radio, para recordar nuestros inicios profesionales además de recoger los sonidos de este lugar y algunos de los senderistas que nos cruzamos por el camino. El resultado, aquí lo tienes:

SENDEROS. Episodio 8

Y para finalizar, el vídeo resumen de la ruta que suelo incluir en mi perfil de Instagram:

DESFILADERO DE LOS HOCINOS

Viajo a las Merindades, al norte de Burgos. Serán cuatro días para disfrutar de esta comarca que tiene como vecinas a Cantabria y Vizcaya. Es otoño y la zona promete.

Vistas desde el Puente del Aire

Para realizar la ruta del Desfiladero de los Hocinos, partimos de Valdenoceda, nuestra casa durante estos días. Aparcamos el coche en el Puente del Aire desde donde parte el sendero junto al río Ebro.

Se trata de una ruta sencilla de 7 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta y apta para todos los públicos que se integra en los Caminos Naturales del Ebro (GR 99). El rumor del agua nos acompañará durante todo el trayecto por una senda plagada de hojas caídas de los robles, chopos, acebos, hayas, helechos o bojs que bordean el camino. También se podrán ver águilas culebreras o reales, buitres (que merodeaban a nuestra llegada), alimoches y búhos reales.

Conviene detenerse de vez en cuando simplemente a contemplar cómo baja el agua del Ebro o admirar el entorno, encajado por las paredes del desfiladero, unas rocas de gran tamaño que no dejan a nadie indiferente.

Una de las partes más curiosas de la ruta es la que está formada por plataformas de hierro que sobrevuelan la orilla del río. Es la única manera de poder continuar el trayecto, aunque es fácil de pasarlas, incluidos los que padezcan de vértigo ya que son totalmente seguras.

El paseo se hace muy agradable y sin dificultad y hay momentos en los que atravesamos verdes praderas con ganado en un entorno realmente idílico donde tampoco faltan algunos ejemplares de setas, propias de la época.

Nuestro objetivo final es el Monasterio de Santa María de Rioseco , un lugar que sorprende nada más llegar a él. El monasterio fue habitado por monjes de la Orden del Císter y, aunque ha estado abandonado y en ruinas a lo largo del siglo XX, tiene una bonita historia detrás protagonizada por una plataforma ciudadana llamada Salvemos Rioseco. Junto con el párroco de Rioseco, Juan Miguel Gutiérrez Pulgar, han llevado a cabo actividades de rehabilitación sin las cuales el monasterio habría terminado por desaparecer.

En definitiva, una ruta llena de encantos que no solo tienen que ver con el paisaje recorrido, sino también con siglos de historia que se recuperan gracias a la voluntad y el compromiso.

Si os animáis a visitar la zona podéis alojaros en un gran número de casas rurales , todas preciosas y con un estilo montañés único que ha hecho de las Merindades, un lugar de retorno para aquellos que en su día emigraron al País Vasco y se disponen a cumplir una nueva etapa en sus vidas.

Os dejo, como siempre, el track de la ruta en Wikiloc:

Gracias de nuevo por estar ahí. ¡Hasta la próxima!

BATALLA DE FUENTES DE OÑORO

En 1811, la villa fronteriza de Fuentes de Oñoro entró de lleno en la historia.

Septiembre no es la mejor época para conocer la villa y alrededores. La sequía ha hecho estragos, las charcas están vacías y el campo amarillea, pero hoy queremos dar un paseo por Fuentes de Oñoro para conocer los lugares estratégicos en los que tuvo lugar una cruenta batalla que enfrentó a británicos y franceses en la Guerra de la Independencia.

Monolito conmemorativo

“En memoria de las tropas anglo luso germano españolas que en la batalla del 5 de mayo de 1811 al mando de Lord Wellington derrotaron a las francesas de Massena. Fuentes de Oñoro a 28 – 6 – 1986”

Conviene repasar la historia de Fuentes de Oñoro antes de adentrarnos en la batalla. Os recomiendo que entréis en la web del Ayuntamiento donde lo explican muy bien.

La ruta que hacemos es sencilla y se centra en el casco antiguo de la villa, aunque es cierto que la ampliamos después al acercarnos hasta el pueblo portugués de Poço Belho, a cinco kilómetros de Fuentes de Oñoro. Aparcamos el coche junto a la Iglesia de la Asunción de María y en esa pequeña plaza vemos el monolito que recuerda los caídos de ambos bandos. La Batalla de Fuentes de Oñoro tuvo lugar entre los días 3 y 5 de mayo de 1811, en plena Guerra de la Independencia. Se enfrentaron ingleses contra franceses, o lo que es lo mismo, el General Wellington contra el Mariscal Massena.

La historia describe los hechos como un episodio muy cruento en el que ambos ejércitos sufrieron centenares de víctimas. Incluso dicen que la sangre corría formando regatos por las calles ya que no existían sumideros. La batalla culminó con la victoria de los ingleses, lo que puso en un aprieto a Massena frente a Napoleón, mientras que la figura de Lord Wellington se hizo más grande. Lo curioso es que ambos contendientes se adjudicaron la victoria y así en el Arco de Triunfo de París los franceses dejaron constancia de ello y los ingleses pusieron el nombre de Fuentes de Oñoro a una calle londinense. Además, en el año 1971 emitieron un billete de 5 libras dedicado a Wellington y a la batalla, que estuvo en curso legal hasta el año 1991.

Partimos de la iglesia y nos dirigimos hacia la Cruz de Santa Bárbara, un alto desde el que se divisa todo el pueblo. De camino nos encontramos a Silverio Pérez, vecino del pueblo que atiende en esos momentos a sus cabras, y nos habla de las recreaciones que se celebran cada cierto tiempo para recordar la batalla. Tenéis su testimonio en el podcast de Senderos. Muy divertido, por cierto.

Otro de los puntos a destacar es La Torre, un mirador desde el que se divisa el camino por el que avanzaron los franceses antes de iniciar la batalla, además de ver la Cruz de Santa Bárbara, justo enfrente. El lugar está presidio por una construcción de piedra con forma circular y cuyo uso desconozco. Bien podría haber servido de refugio a pastores, por ejemplo.

Nuestro último objetivo es la Ermita humilladero de El Santo Cristo. Cuidada (al menos por fuera), sencilla y con la peculiaridad de tener junto a ella una pequeña plaza de toros. No hay que olvidar la tradición ganadera y taurina de esta zona de la provincia.

La Ermita al fondo

Dejadme que en esta ocasión, y por ser una ruta especial que se sale de las habituales que suelo hacer, de las gracias a Raúl Bellido, Guía de Turismo Napoleónico y conocido como El Primer Edecán, que ha contextualizado la batalla y me lo ha contado en el podcast. Os enlazo el episodio para que lo escuchéis:

Aunque al salir del pueblo seguimos hasta la localidad portuguesa de Poço Belho no lo relato en el podcast, pero sí podéis seguir el track en mi perfil de Wikiloc. Raúl Bellido menciona esta pequeña localidad portuguesa por ser parte del recorrido que hicieron los franceses en su ataque a las tropas inglesas. Nos lleva hasta allí un largo camino de tierra entre grandes encinares.

Track de Wikiloc

Y, por último, os dejo con el reel que subí a Instagram. Ha sido una ruta distinta a las que hago habitualmente pero, en cualquier caso, espero que la hayas disfrutado.

Gracias por estar.

FRAGAS DO EUME

Es agosto. La peor época del año, en mi opinión, para llevar a cabo cualquier viaje o ruta, como es el caso. Pero una vez asumido el riesgo, vamos allá.

Las Fragas do Eume está considerado el mejor bosque atlántico de toda Europa. Casi nada. Helechos, castaños, abedules, eucaliptos o robles inundan este lugar lleno de magia y que transcurre junto al río Eume. El nombre Fragas se refiere precisamente a eso, un bosque denso y plagado de todos estos ejemplares.

De todas las rutas posibles, elegimos una corta porque el tiempo del que disponemos no es el que quisiéramos. Nos decidimos por hacer la Senda da Ventureira de 6.5 kilómetros.

Senda da Ventureira

Siendo la época que es, el acceso al Parque está controlado y tenemos que dejar el coche en el aparcamiento que hay junto al Centro de Interpretación. Desde allí, sale cada hora un autobús (gratuito) que tras recorrer siete kilómetros nos deja junto al Puente Maria Cristina para iniciar la ruta. Es cierto que la mayoría de la gente que vino con nosotros en el autobús, optó por ir directamente al Monasterio de Caaveiro, que es el punto final de esta ruta, pero nosotros cogimos el sentido contrario. Nos adentramos por la vereda que va junto al Eume rodeada de altos ejemplares de castaños, abedules y helechos. Es un paseo más que agradecido porque no hace excesivo calor, es sombrío y no hay demasiado “tráfico”.

A medida que avanzamos comenzamos a cruzarnos con más gente, casi todos grupos reducidos. Como el caso de una pareja, Danny y Nina, de Suiza y Austria respectivamente, con los que me paré a charlar y grabarles para el podcast. Encantadores. Más adelante empezamos a divisar una hilera de senderistas que vemos venir de frente y con los que también hablé. Eran casi treinta y venían de la mano de una agencia de viajes llamada Arawak y desde toda España. Conseguí hablar, además, con el guía escoba que cerraba el grupo, Hugo Piñeiro. Lo podéis escuchar en el podcast dando todo tipo de explicaciones.

Había hambre porque se acercaba la hora de comer y no teníamos plan, es decir, no llevábamos los bocatas habituales porque nuestra intención de entrada era volver en el bus y comer en Pontedeume. Error. Bueno, más bien, cambio de planes. Cuando divisábamos el Monasterio de Caaveiro solo pensábamos en tomar algo que nos calmara la sed. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando divisamos una terraza llena de gente comiendo y bebiendo como si estuvieran en el paraíso. Porque eso fue lo que nos pareció realmente. Un oasis en pleno desierto. ¿Quién nos iba a decir que en plena caminata íbamos a encontrar una taberna tan bien atendida, con gente tan amable y con una comida tan espectacular? Nadie. Allí sirven dos tipos de bocadillos y ya. ¿Para qué más? Las explicaciones me las dio Martín, el cocinero que no paraba de cortar pan, hacer tortillas y freir carne como si no hubiera un mañana y que podéis escuchar también en el podcast. La Taberna de Caaveiro está atendida por miembros de la misma familia y solo tengo buenas palabras para todos ellos.

Eso sí, antes de comer y mientras nos preparaban los bocatas, fuimos a ver el Monasterio. Y aquí, merece la pena detenernos. El Monasterio de Caaveiro data del año 934 y en él se refugiaron monjes anacoretas para llevar una vida contemplativa y dedicada a la oración. Y, aunque algunas de las edificaciones del Monasterio ya desaparecieron, las labores de rehabilitación que se han llevado a cabo en los últimos años han dado un resultado espectacular. La integración de los materiales-hierro, madera y piedra- con los restos originales han formado un conjunto arquitectónico que invita a recorrerlo con pausa y contemplación, tal y como era la vida allí en sus orígenes. Algunas salas se han rehabilitado para acoger documentos relevantes o a modo expositivo y, aunque nosotros hicimos la visita por nuestra cuenta, convendría contar con un guía que explique la historia con todo tipo de detalles.

La vuelta fue bajo la improvisación y, lo que en principio iba a ser una caminata de siete kilómetros, se transformó en otro paseo en autobús. Y, qué queréis que os diga, después de la comida fantástica en aquel escenario, no se me ocurría otra manera mejor de terminar la ruta.

En definitiva, un paseo maravilloso a pesar del gentío, que convendría repetir en pleno otoño.

Y aquí puedes escuchar el podcast que grabé durante la ruta y las conversaciones que mantuve con la pareja de senderistas, el guía local y el cocinero de la taberna, a quienes les agradezco infinito su participación.

También puedes ver el track de Wikiloc e, incluso, seguir mi cuenta para estar al tanto de las rutas.

Track de Wikiloc

Y, como siempre, el resumen que subo a mi perfil de Instagram:

GRACIAS por estar ahí y ¡hasta la próxima!