La dignidad de los refugiados frente a la vergüenza de Europa

La periodista Camino Ibarz viajó a Idomeni el pasado mes de abril. Invitada por la Asociación Salmantina de Periodistas (ASPE) cuenta su experiencia.

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Más de trece mil personas ocupaban Idomeni cuando Camino Ibarz llegó en abril. El campo ya estaba empezando a ser desmantelado por orden del gobierno griego y de la UE. Su primer sentimiento fue de pudor, por lo que se sintió incapaz de hacer una sola foto al contemplar la situación que tenía ante sus ojos. Mientras, observaba a los refugiados  de manera “vigilante” porque no sabía cómo iban a reaccionar. Le parecía mentira que esa situación estuviera sucediendo a tan solo dos horas de avión de España.“Luego te encontrabas con gente amabilísima que sonreía  a nuestro paso mientras reproducían escenas de una vida aparentemente  normal”.

Una sensación que se va diluyendo con el tiempo por la acogida que prestan al recién llegado. Si hay algo que llama la atención, dice,  es la eterna sonrisa  y la dignidad en sus caras, a pesar de los dramas personales que vive cada uno de ellos. El denominador común eran  familias divididas con los miembros en varios países, incluso con víctimas entre ellos.

El día a día en Idomeni

El olor a primera hora de la mañana en el campo era de humo, procedente de las hogueras en las que calentaban agua para el aseo de los más pequeños, cuyas risas y juegos eran el sonido habitual del campo a esas horas. Son las mujeres las que se encargan del orden en las tiendas y del aseo de la familia. Los hombres, por su parte, se limitan a charlar entre ellos a las puertas de las tiendas. Las horas pasaban entre juegos en los charcos por parte de los más pequeños o la invitación a compartir charla y té con los adultos en sus tiendas. Algo que buscan de manera especial los refugiados porque saben que alguien quiere escuchar su historia aunque luego no vaya a ocurrir  nada.

“Solo por los abrazos y besos que di y que recibí de los niños refugiados, ya me valió la pena el viaje”.

Ibarz cuenta que dentro del campo las sensaciones que los refugiados tienen del pueblo griego, son de eterno agradecimiento, ya que están haciendo una labor brutal y en silencio a través de los voluntarios que hacen los peores trabajos. Gracias a ellos, pueden tener una vida más o menos digna.

Los voluntarios que prestaban  su labor en Idomeni  procedían de distintos países y llegaron allí de diferente manera. Los hay que lo hacen a través de ONGs reconocidas como MSF, que tienen la mayor presencia en la zona y pequeñas ONGs…de todo el mundo. Cabe destacar la labor que, voluntarios de pequeña escala, realizan en el campo a través de crowdfunding . Camino denuncia los problemas de las grandes organizaciones para operar de manera más eficaz por la propia estructura piramidal de las ONGs,  que no tiene nada que ver con los voluntarios que trabajan de manera independiente.

Dice que no se puede imaginar el drama de los refugiados sin la presencia de algo, para todos tan básico, como un teléfono móvil:

Camino Ibarz denuncia la falta de información, lo que las autoridades no cuentan a los refugiados. El primer derecho que se incumple allí es el derecho a estar informados, a conocer su situación, cuenta Ibarz. Hay cierta infraestructura para poder tener una vida relativamente normal aunque precaria, pero les falta algo tan básico como la información. “Como europea siento auténtica vergüenza porque tienen derecho a saber en su propia lengua cuál es su situación legal, y eso no está sucediendo”:

 

 

El trabajo de los periodistas

La labor que llevan a cabo los periodistas en situaciones de estas características son tan precarias que deberían ser denunciadas de manera más contundente. Crónicas  por las que apenas se pagan 30 euros,  que no llegan a cubrir los gastos, y que se elaboran casi siempre de manera rápida y sin tiempo para contrastar. Y eso es algo que puede dañar gravemente la información,añade Ibarz.

La reflexión que hace esta periodista  como europea es que siente “auténtica vergüenza” pero reconoce que no sabe qué deberíamos hacer. Lo que sí tiene claro es que a partir de ahora el dinero que done a las ONGs será a través de organizaciones pequeñas, que , al parecer, gestionan mejor esos fondos. Y valora, de manera especial, el trabajo que llevan a cabo los voluntarios al margen de las ONGs que representen:

“Si el dinero que yo pueda dar sirve para que los voluntarios, que viven y duermen en las mismas condiciones  que ellos y que reparten cariño y sonrisas , vayan un día a dormir a un hotel y se puedan tomar una cerveza, bien utilizado será ese dinero”.

Camino Ibarz volverá este verano a Tesalónica . Y lo hará con la ONG griega PRAXIS, una organización pequeña que ha firmado un convenio con el MPDL para que la ayuda llegue donde tiene que llegar. El objetivo del viaje será recoger la visión de las mujeres refugiadas , que son las que están en un segundo plano, las más vulnerables, las que educan… y de las que apenas se habla.

Marah Rayan, la eterna refugiada

 

Idomeni: la vergüenza de Europa

Lleva tres años en España y, aunque nació en Jordania, siempre ha sido refugiada por el origen palestino de su padre, condición que les hizo ir a vivir de Jordania a Siria hasta que , a los seis meses de residir allí, comenzó la guerra.

Marah Rayan estudia Comunicación Audiovisual en la Universidad de Salamanca gracias a una beca Erasmus, con la que ayuda a su familia que actualmente  reside en Suiza. Su situación- y la de su familia-de eternos refugiados hace que no tengan apenas derecho a nada. Ni a un trabajo, ni a una vivienda, ni a educación… Ahora ella es la única “privilegiada” y quien ayuda económicamente a su familia con el dinero que obtiene de la beca.

“Los refugiados queremos tener un futuro. En España tengo libertad, pero mis padres en Suiza son rechazados y pueden estar allí solo hasta que termine la guerra en Siria. Pero, ¿podrán volver los palestinos a Siria algún día?”.

Marah ha solicitado recientemente el asilo y la reagrupación familiar. Nadie le ha informado sobre su situación de refugiada, sobre su derecho a asistencia sanitaria, o sobre el deber de empadronarse en el ayuntamiento de la ciudad para solicitar tal derecho. Ahora, su esperanza es poder traer a su familia porque solo quieren tener un futuro.

 

Idomeni: la vergüenza de Europa
Marah Rayan y Camino Ibarz

 

 

 

 


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